Unos papás, con su hijita de un mes de edad, han acudido a la casa de las Hermanas para que le hicieran a la niña la señal de la Cruz mientras esperan la fecha del Bautismo, previa cita en la Parroquia.
La historia de esta familia es muy interesante
Son ecuatorianos. Llegaron a Ondarroa (Bizkaia) hace muchos años. La mamá y su hermana fueron alumnas de la Ikastola (Escuela Vasca) y hablan el Euskera perfectamente. Volvieron a Ecuador y permanecieron allí 9 años. Hace cuatro años regresaron, tienen doble nacionalidad y todos trabajan en Ondarroa. Dicen que somos su familia. El acceso al mundo laboral no era propicio, pero con algunos contactos nuestros han conseguido un puesto de trabajo.
Lea ha sido bendecida con agua de Lourdes que, en su día, trajeron las Hermanas de Egiluze. Sus dos hermanos, de siete y diez años la adoran.
Gracias, Regor, por compartir lo que con tanta entrega y alegría, vivís cotidianamente.
Viva S. Francisco Javier, Patrono de las Misiones y viva Navarra y sus gentes!
Vivan nuestras Hermanas con su inagotable espíritu misionero!
Ensancha el espacio de tu tienda : “Acojamos la memoria de la historia de los mayores y la sabiduría de su experiencia vital.” (26 Capítulo General)
“ Escuchad a los ancianos. Son vuestras raíces. Un árbol desprendido de las raíces, no crece, no da flores ni frutos. Por eso es importante la unión y la conexión con tus raíces”. (Papa Francisco 2020)
Secundando los deseos de la Congregación y de la Iglesia, mi misión, respecto a los mayores, consiste en visitarlos en sus casas, en las Residencias y visitarlos cuando alguno de los que me relaciono está hospitalizado. Semanalmente (los sábados que puedo), voy a una Residencia cercana para colaborar con el sacerdote o con las cuidadoras para llevarlos a la Eucaristía y ayudar en el momento de la Comunión. De paso, voy a ver y acompañar a algún residente concreto que se encuentra solo y no tiene familiares.
Agradecen mucho mis visitas y me muestran su cariño; también aprendo mucho de ellos: su sencillez y cercanía, su aceptación de la voluntad de Dios por tener que depender de los demás…
Ayer participamos y espero que sea la primera de muchas de “Nagusikleta” porque andar en bici no tiene edad. Con tres triciclos adaptados y tres voluntarios de Nagusilan (ayuda a mayores) seis de nuestras hermanas disfrutaron del callejeo por nuestra ciudad. Fueron hasta la frontera de Hendaia y disfrutaron del paseo al aire libre y de los saludos de los Irundarras (vecinos de Irún).
Llegó la fiesta de nuestra Santa Fundadora, Juana Isabel Bichier des Âges, y nos encontramos en Familia Hijas de la Cruz la comunidad de Madrid (Los Yébenes-Camarena) con l@s laic@s Irene y Javier.
Tras un cambio de impresiones largo y tendido nos unimos en oración bajo la protección de Juana Isabel.
Javier Lizarraga que dirigía la oración nos instó a reflexionar sobre el objetivo de la búsqueda en nuestra Fundadora: qué trato de buscar en su vida, tal y como lo reflejan sus palabras, actitudes y hechos de vida.
Nuevas misiones para nosotras se vislumbran en el horizonte... Qué querrá Dios?
A discernir su voluntad!
Fue un momento rico, muy participado, que nos llevó a sentirnos en comunión con Juana Isabel y entre nosotr@s.
El encuentro finalizó con sabrosa merienda. Cómo no!
Nuestras hermanas de la enfermería participan de actividades lúdicas. Hacemos fiesta con los laicos de otras residencias y con voluntarios que nos acompañan y nos estimulan.
Os compartimos la experiencia que hemos realizado de salir a visitar el Aquarium de San Sebastián. Junto con Nagusilán, red de voluntarios jubilados guipuzcoanos con los que llevamos años de relación, y la Fundación Goyeneche. Sobre las 10:00 de la mañana cuatro hermanas acompañadas de Cristina, la responsable de asistencial de tardes, han partido en microbús a la ciudad de San Sebastián. La visita ha sido un tour guiado de unas dos horas de duración donde la biología marina ha sido la absoluta protagonista. Tras el tour, un piscolabis y a casa a seguir disfrutando del viernes.
Y en mayo hemos recibido la visita de OLÉ OLÉ, una asociación de Irún con aires flamencos, donde participa una de nuestras compañeras. Los recibimos con los brazos abiertos, rebujitos y picoteo. Fue un placer verles, oírles y sobre todo las expresiones de alegría que se reflejaban en las hermanas. Nunca fue mejor mezcla la del sur y el norte.
HIJAS DE LA CRUZ – IRÚN
Como voluntarias de SERCADE (Servicio Capuchino para el Desarrollo y la Solidaridad) fuimos invitadas a su fiesta de fin de curso en Casa Boza.
Algunos problemillas de salud nos impidieron acudir a todas las que hubiésemos deseado unirnos a la fiesta.
Dos Hermanas pudieron asistir, para consuelo nuestro, regresando a casa muy contentas de lo allí vivido.
SERCADE lleva a cabo una labor de asistencia e integración de inmigrantes subsaharianos a la que nos hemos unido como voluntarias y colaboradoras. Es una misión de Evangelio y una tarea social realmente necesaria y muy gratificante, y nos sentimos felices de poder ayudar dentro de nuestras humildes posibilidades.
Mientras nos quede un aliento de vida queremos seguir cerca de los pequeños y los pobres. Madrid nos ofrece variadas formas de llevarlo a cabo.
Con ganas y mucha alegría nos hemos reunido hoy, fiesta de San Juan Bautista, la Familia Hijas de la Cruz de Madrid (Laicos y Hnas).
Javier Lizarraga nos ha introducido en una preciosa y creativa oración, tras la cual hemos compartido merienda y conversación. Vamos conociéndonos y apreciándonos. Deseamos seguir descubriendo nuestras riquezas y nos comprometemos a seguir en esa línea de conocimiento mutuo para gloria de la Trinidad Santa, crecimiento de la Familia que formamos en congregación y en Iglesia Sinodal y bien de la humanidad toda, particularmente de cuántos vamos encontrando en el camino de la vida.
En Familia Hijas de la Cruz.
Las hermanas de la comunidad de la Ronda en Bilbao, hermanas mayores que salen poco de casa están dispuestas a ensanchar la tienda como nos invitan las orientaciones del Capitulo de 2022.
Como ellas no salen o salen poco acogen en casa con cariño a personas que quieren acercarse a visitarlas; llegan, hablan y rezan con las hermanas y se sienten a gusto.
Hay una persona especial, Maite, que conoció a las hermanas en Gallarta, población próxima a Bilbao, cuando las hermanas salieron de Gallarta, lo sintió y decidió continuar su relación con ellas visitándolas en Bilbao acompañada de otras amigas y ahí suele acudir a participar de la Eucaristía y desayunar con las hermanas, compartiendo los avatares de la vida.
Al acercarse estas fechas pensó que sería buena idea preparar y cantar un villancico con ellas para felicitar la Navidad. Pensando que era posible recorrió con algunas hermanas el colegio buscando instrumentos para acompañar la música y elementos para dar color a la escena.
Como ha sido un colegio donde se cultivaba mucho la música y se hacían distintos festivales no fue difícil encontrar lo que buscaban y con el grupo de Emaús de Gallarta prepararon y cantaron este villancico.
Gracias, hermanas, Gracias Maite y demás personas del grupo.
Feliz Navidad
TIERRA SANTA: "QUE TODOS SEAN UNO PARA QUE EL MUNDO CREA".
En este mes de octubre, mes del Rosario, tuvimos la oportunidad de peregrinar a Tierra Santa Lander y Javier, laicos de la Familia Hijas de la Cruz.
El viaje fue cómodo, la salida de Madrid con amigos, vuelo hasta Tel Aviv y la llegada a Nazaret, nuestro primer punto de estancia, estuvo muy bien. Esa misma noche tuvimos la oportunidad (y el regalo) de rezar en la Basílica de la Natividad, delante de la cueva donde el Ángel se le aparece a María, en esa íntima relación donde ella dijo "Hágase". Nosotros pudimos reafirmarlo: “estoy aquí para hacer tu voluntad". Tanto la oración nocturna, casi sin gente alrededor, como la Eucaristía y visita del día siguiente, nos permitieron adentrarnos en ese misterio gozoso, y nos preguntemos cómo y cuándo se nos aparece el Señor, a qué nos llama...
El recorrido por los Santos Lugares del entorno de Galilea (Monte Tabor, donde Jesús se transfiguró, Tagba, donde realizó el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, Primado de San Pedro, donde Jesús confió esa grandísima misión a Pedro, Cafarnaún, monte de las Bienaveturanzas...) también nos ayudaron a adentrarnos en el mensaje de Jesús al mundo y, especialmente, a los más sencillos... Mención especial, por el simbolismo del lugar y del encuentro íntimo con el Señor, a la Adoración Eucarística sobre el Mar de Galilea, en silencio total, sobre el barco, con el movimiento de las olas y la brisa cálida...
Sin darnos cuenta prácticamente llegamos a Belén, la ciudad donde siempre es Navidad. Y así es, lo pudimos comprobar de manera excepcional en un orfanato dirigido por tres Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. Ahí sí que nace el niño Jesús cada día, como dijo la Hermana que nos atendió. Un orfanato donde vimos la barbarie de una ley sin sentido (la Sharia), donde las mujeres musulmanas son degolladas junto con sus hijos por no perder la honra familiar y, para evitar semejante crimen, llegan a este lugar para practicarles una cesárea y que el niño pueda vivir al igual que la madre. ¡Que experiencia más fuerte la vivida, esos ojos abiertos mirando, esa ternura que nace del amor, y que traspasa el corazón! En definitiva, es la ternura De Dios y su Amor incondicional la que brilla y se encarna. ¡Muerte y Resurrección siempre de la mano!
Seguía nuestra peregrinación e iban pasando los días casi sin darnos cuenta, llegando a Jerusalén, pasando por otros lugares como Betania, Ain Karem,... Jerusalén, ciudad amurallada donde se respira y se siente el ambiente y la vida de Jesús recorriendo desde el Monte de los Olivos hasta el Cenáculo, pasando por la Vía Dolorosa y el Santo Sepulcro.
Muchos detalles, sensaciones podríamos describir, pero nos gustaría centrarnos en Getsemaní, donde vivimos y compartimos, en la intimidad de la noche, un momento intenso de oración, de estar y reposar en el lugar donde Jesús siente el abandono, la traición, la angustia. Después de este momento de oración, de Adoración, brotaba un sentimiento muy profundo: un sentimiento de confirmación, de saber que nuestra vocación de servicio se hacía presente en este lugar y que nos lanzaba a seguir viviendo en nuestra vidas de enseñando, curando y viviendo, desde la sencillez, el amor y la entrega a los demás.
El viaje continuaba... Pero la realidad se impone: interrumpe en la peregrinación la guerra. Momentos de incertidumbre y desconcierto, de nervios, pero también con gran confianza en quien es "el Camino,la Verdad y la Vida". Aparece de nuevo el fantasma del confinamiento: debemos quedarnos dos dias en el hotel, sin poder salir; es una recomendación que nos hacen y que cumplimos. El tipo de peregrinación se transforma: las piedras estaban fuera, los lugares Santos, pero el misterio de la muerte y Resurrección estaban con nosotros, en las celebraciones que pudimos realizar en el hotel. "Por Cristo, con Él y en Él..."
Y llegó el lunes de nuestra partida, la sensación era de tranquilidad, de tensa calma en la ciudad, y rezando el Rosario nos pusimos camino del aeropuerto de Tel Aviv. Ahí nos esperaba una sorpresa no muy buena que no podíamos imaginar: sonaron las alarmas, estaban atacando el areopuerto y tuvimos que correr hasta meternos en un búnker de seguridad. Mientras cogíamos las maletas, la alarma sonaba y enseguida oímos caer los misiles, varias explosiones oímos sin saber dónde habían caído. Sentimientos de nervios, ansiedad, la muerte podía estar cerca y nos podía haber pasado, pero la gracia de Dios es más grande y no nos ocurrió nada. Estas son algunas de las experiencias vividas, pues son muchas más que están latentes en nuestro corazón, y que tendremos oportunidad de compartir.
Un abrazo fraterno,
¡PAZ Y BIEN!
Javier Lizarraga y Lander Ugartemendia.
“Corazones ardientes, pies en camino”... a pesar de la oscuridad de la “tarde” (Lc 24, 29).
Así me siento yo. Estoy con ese corazón ardiente en movimiento, que me impulsa a compartir el Evangelio del Amor, en medio de: la dificultad social de Argentina; de la devaluación de la moneda argentina, que parece que no termina y empobrece más a mucha gente; del “acomodamiento” de otras personas, en esa misma situación de pobreza, que les lleva a no hacer un mínimo esfuerzo para salir de ahí...
En medio de tantas situaciones que parece que el esfuerzo no sirve para nada, sumado a la “pequeñez” de la misma Congregación, por las pocas Hijas de la Cruz que estamos, especialmente en Argentina... hay Alguien que me anima - y nos anima -, que me impulsa a compartir esa fe, en mi caso más con hechos que con palabras. Y más que crear proyectos, es apoyar otros que ya están.
Entre mis compromisos, el que más resalto es el de los sábados a la mañana en el Merendero Monseñor Romero, donde van a comer unos 50 niños, niñas y adolescentes, de entre 4 y 16 años, que tienen una necesidad material y afectiva. Me parece importante apoyar al Hno. Marcelo y a tantas otras personas que lo apoyan y que con su ayuda, se puede realizar, además de las meriendas de lunes a miércoles y el Hogar Sagrado Corazón de Jesús, donde están cuidados unos 21 hombres que vivían en la calle.
En medio de “la oscuridad” me sigo sintiendo impulsada con el corazón caliente y los pies en camino, a continuar sirviendo a los pequeños y a los pobres por medio de mi vida.
Agradezco a la Parroquia San José de Barakaldo, por ser la “casa” donde yo crecí en la fe y la amistad. Con el paso del tiempo, participé del curso Norte-Sur de Misiones Diocesanas de Bilbao y, unos meses después del verano en Ecuador, comencé a formar parte de las Hijas de la Cruz y a ser misionera en este mundo, pero sin fronteras.
Amaia Muñoz García
Hija de la Cruz
Con Alegría desbordante, las Hijas de la Cruz de la Región España hemos celebrado nuestros 50, 60 y 70 años de Vida Religiosa en la Congregación.
En una celebración de la Eucaristía presidida por el Párroco de San José Obrero, Iñaki Benito, acompañado del sacerdote betharramita Gerard, en la que se vivió un ambiente cálido, sencillo, gozoso y fraterno, hemos renovado nuestros votos religiosos para continuar siguiendo a Cristo Jesús, en el servicio a los pequeños y los pobres, con la fuerza que nos da la constatación de su Amor Fiel a lo largo de nuestra vida a Él entregada.
Hijas de la Cruz y laicos que trabajan con nosotras finalizamos el encuentro al estilo de Jesús: compartiendo amistosamente una comida en el restaurante Atalaya en los alrededores de Egiluze.
Que el buen sabor de la fiesta permanezca en nosotras y nos ayude a vivir nuestra vida fraterna para la misión.
¡Jóvenes que sus obras de amor resplandezcan en el mundo, escuchen y no tengan miedo! Son las palabras con las que el Papa Francisco nos invitaba a los jóvenes y no tan jóvenes que hemos participado en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Lisboa, Portugal.
De la Parroquia de Jesús y María de Madrid, España, hemos participado 141 jóvenes y adultos de la peregrinación hacia el encuentro con Jesús y el Papa Francisco y que fue animada por matrimonios del camino neocatecumenal.
Hemos sido testigos de una Iglesia en salida, en camino de renovación y al encuentro de los jóvenes desde la belleza artística:
- la danza que expresa la fuerza y el impulso misionero del Espíritu,
- la música tecno que nos despierta en un canto de Aleluya al Señor, la Gloria a la Trinidad y la invitación a la paz universal,
- las decoraciones creativas que expresan la alegría de la fe a la que somos llamados y llamadas a vivir y compartir.
Los jóvenes de Madrid nos regalan algunas palabras y fotos que atesoran de esta experiencia:
“Para mí ha sido una experiencia única y espiritualmente gratificante. Además de poder recordar y ver como Dios siempre está presente en nuestra vida me ha reforzado en mi fe”. MARÍA
“Para mí fue un regalo más para ver la gracia de Dios en mi vida. Desde el minuto cero que anunciaron en la parroquia que íbamos a la JMJ, solo dije, no tengo el dinero y no cuento con documentación para salir fuera de España. En mi corazón latía muy fuerte ese deseo, anhelaba mucho este encuentro... por fin, se hizo realidad. Cuando llegamos al lugar de encuentro en Portugal, sinceramente sentí una gran emoción en mi corazón al ver a tanta gente reunida de diferentes países, pensé: solo Dios Padre puede convocar tantos corazones para este encuentro... Fue una gracia ver esa multitud (…) no estamos solos, hay más personas que también siguen a Cristo... y eso es algo que me muestra que he elegido bien: sigo a un Cristo vivo que da una paz inigualable”. ARELIS
“Fue una experiencia profunda de bendición para toda la Iglesia y en especial para cada Joven... realmente volví renovada y con muchas fuerzas para continuar acompañando a los jóvenes en mis actividades pastorales. El campo donde hicimos la Vigilia fue un campo de Gracia realmente, Dios se derramó abundantemente con toda clase de bendiciones y los frutos espirituales pronto vamos a recogerlo en los lugares donde la iglesia Joven se desarrolle y crezca.
Aleluya a nuestro Señor”. TATI
Hna. Karina y comunidad de Hijas de la Cruz en Madrid
La Familia Hijas de la Cruz, Laicos y Hermanas, camina en fraternidad entregada a los pequeños y los pobres.
Nos hemos reunido en la comunidad de Los Yébenes (Madrid) para celebrar a nuestro Santo Fundador San Andrés Huberto Fournet, compartiendo oración y merienda.
La alegría de este encuentro nos anima a continuar ensanchando el espacio de nuestra tienda, desplegando sin dudar la lona de nuestro hogar, alargando nuestras cuerdas y reforzando nuestras estacas, en la certeza de que tendremos en abundancia y habitaremos las tierras abandonadas, tal y como expresa el texto bíblico elegido por nuestro 26º Capítulo General: Isaías 54, 1-3.
Madrid, 11 de junio de 2022
Hace un calor propio de agosto, aunque aún no ha finalizado la primavera. Nuestra creativa Hna. Karina acaba de preparar un bello mural: sobre fondo verde varias manos de diferentes razas se entrelazan formando una cruz. Es el día del ENVÍO de dos jóvenes desde el VOLUNTARIADO INTERNACIONAL EN ALIANZA (VIA), para trabajar en favor de los pobres en Argentina.
Acuden alegres a nuestro encuentro las dos jóvenes voluntarias, Lucie y Guille, para llevarnos con sus respectivos vehículos a la iglesia de San Carlos Borromeo, en Villanueva de la Cañada, donde tendrá lugar la ceremonia del envío.
Llegamos a la hermosa parroquia. La Eucaristía vespertina de la Solemnidad de la Santísima Trinidad está a punto de comenzar. Dos preciosas imágenes de Cristo crucificado y la Virgen María invitan a la contemplación en el presbiterio. En la misma Eucaristía tiene lugar la celebración de las Bodas de Plata de un matrimonio a quien acompañan sus dos hijos preadolescentes. Tras el rito del matrimonio, celebramos el envío de Lucie y Guille, estudiantes de veterinaria y odontología respectivamente. Un coro realza la belleza del momento con cantos de Haendel, Mozart, etc. Las dos jóvenes leen, entre las dos, el emotivo testimonio que previamente han escrito. Reciben el envío con la bendición del sacerdote haciéndoles entrega de la pequeña cruz que llevarán sobre su pecho y una llamativa camiseta.
Terminada la ceremonia, un cantor dedica al matrimonio homenajeado una canción, expresamente compuesta para ellos, con música popular que acompaña con un extraño instrumento de percusión.
Se nos anuncia que hay una merienda preparada en el patio de la parroquia para celebrar el ENVÍO. El calor ha amainado y el lugar es encantador. En el centro, bajo un ciprés encontramos una imagen de S. José. Alrededor del mismo, asiento de piedra formando un cuadrado. El patio es amplio, rodeado de claustros que conectan con salas de reunión. Es un lugar verdaderamente acogedor. Allí disfrutamos una rica merienda con Guille, Lucie, sus amigas, chicos pertenecientes al movimiento EFFETÁ, Hermanas de la Compasión (Ana, Mari Cruz, Carmen, Yudeisy) y cinco de las 6 Hijas de la Cruz que vivimos en Madrid. El sacerdote celebrante, acompañado de su guitarra se suma a la fiesta. Karina enseña a los jóvenes a bailar un baile típico del norte de Argentina (la chacarera). Luego, todos los jóvenes cantan, acompañados a la guitarra por el sacerdote, la canción ALMA MISIONERA. Los jóvenes de EFFETÁ están llenos de entusiasmo. Conversamos con uno de ellos que nos explica los proyectos en los que ha trabajado: encarcelados, prostitución, madres que desean abortar niños abusados… Explica: “Como me he dado cuenta de que no tengo vocación de cura, me dedico a lo social”. Es feliz. Ha descubierto que la CARIDAD es la razón y el fundamento de toda entrega a los demás. Ha encontrado su camino.
La noche ha caído sobre el grupo, son las 23:30 h. y hay que retirarse. El cura debe cerrar la parroquia. Bajo la luna, en cuarto creciente, la fachada de la iglesia de San Carlos Borromeo resplandece llena de encanto. Lucie y Guille nos acompañan hasta nuestro piso de Camarena. Hemos vivido una tarde gozosa, porque ¿existe mayor gozo que participar en la entrega generosa de dos jóvenes que, pudiendo pasar un verano tranquilo descansando tras el duro curso estudiantil, ofrecen con entusiasmo su persona y su tiempo al proyecto humanizador del Reino de Dios en favor de los últimos? Testimonio de fe y amor que nos llena de esperanza. El Espíritu alienta sin cesar, sopla fuerte y trabaja en quien se deja. Acompañemos con nuestra oración a Lucie y a Guille y a tantos jóvenes que, como nuestra beata y mártir María Laura Mainetti quieren hacer de su vida ALGO BELLO PARA LOS DEMÁS.
Maribel Segurola, Hija de la Cruz
HACIENDO HISTORIA EN ONDARROA (1904-2021)
El 14 de abril de 1904 llegan a Ondarroa, procedentes de Francia, cuatro Hermanas, ya que en Francia se prohibió a las congregaciones religiosas encargarse de la enseñanza.
Regina de la Torre, vecina de Villarcayo, soltera, pasó a formar parte de la congregación de las Hijas de la Cruz con el nombre de Sor Octavia. Ella compró la casa de las Hermanas. Le acompañaron:
Soeur Romania / Soeur Madeleine / Soeur Saint Michel
Al poco de llegar, el Ayuntamiento de Ondarroa les confió la enseñanza de los niños pequeños. Más tarde, ellas tomaron la responsabilidad del Hospital de Goikokale, hasta el año 1990, en el que, al llevarse a cabo la construcción de la nueva Residencia, bajan al pueblo. Más tarde hablaremos de ella.
(...)
Nuestra misión
Una comunidad de presencia, sencilla, en medio de la gente, en actitud de servicio, con “toda clase de obras buenas” (Sta. Juana Isabel, Fundadora).
Preside nuestra vivienda la Eucaristía, que tanto envidia la gente con la que nos relacionamos, grupos de oración, etc. A menudo nos reuníamos a compartir la Palabra, celebraciones en los tiempos litúrgicos… (echan en falta estos encuentros). Para nosotras, durante esta pandemia, ha sido la mejor vacuna: Tener la Eucaristía en casa, el Señor entre nosotras, la vivencia desde dentro, etc., etc.
Son muchísimas las vivencias. En tantos años hemos vivido de todo, acontecimientos alegres y tristes. Los años en que sufrimos la violencia de E.T.A., todos sufrimos juntos.
Al pueblo le marcó mucho la política y cuesta mucho avanzar, aunque se ven los esfuerzos para el entendimiento y perdón.
Ondarroa es un pueblo fuerte en vivir las tradiciones, el folcklore, las costumbres, la acogida… Son valores del pueblo en los que nos hemos sentido acogidas.
Pueblo rico en pesca, floreciente durante muchos años. Hacia el año 1970 vino al pueblo mucha gente distintos rincones de España, sobre todo del sur, en busca de una vida mejor. Trabajan en la mar y en la limpieza de las casas. Hoy en día los inmigrantes son personas venidas de otros países. Los africanos senegaleses son los que más se hacen a la mar, los ecuatorianos, más numerosos, trabajan en el monte y las mujeres, la mayoría, en el servicio doméstico y algunas, con suerte, en la fábrica de conservas de pescado.
Desde el año 2001 llegaron los inmigrantes y comenzaron a llamar a nuestras puertas con un S.O.S. de urgencias. Hasta hoy continúa esta situación.
Cada día, en la medida de nuestras fuerzas, procuramos socorrerles. Para muchos de ellos somos sus referentes, así lo expresan. El efecto llamada les hace llegar hasta nosotras buscando caminos de integración, empadronamiento, vivienda (muy difícil), pero recurrimos a nuestros contactos y, poco a poco, son ellos los que se ayudan entre sí.
Acompañamos a los médicos, distribuimos ropa. Trabajamos con las Trabajadoras Sociales del Ayuntamiento (labor social compartida con ellas). En ocasiones nos dicen que conocemos las necesidades de las personas mejor que ellas mismas. Trabajo en Cáritas, Residencia…
Sor Maria Moriones es miembro del Consejo Parroquial y Sor Beatriz Dañobeitia colabora en la Liturgia en la Iglesia de Kamizazpi. Catequesis en casa de algún caso especial (niños en dificultad), muy centradas en el problema migratorio, desde una comunidad de acogida y escucha de todo tipo de acontecimientos y demandas. Cuidado y ornamentación junto con un laico de la Capilla del Cristo de la Piedad.
Volviendo al tema de la capilla del colegio Hijas de la Cruz, hemos hablado de la Virgen del Carmen, al cerrar el colegio. La Asociación de la Casa de Galicia, pidió se les dejara la imagen, ellos la cuidarían. Así lo están haciendo. Colocaron en la imagen una placada que dice: Propiedad de las Hijas de la Cruz. La han restaurado y, con mucha alegría, todos los años los gallegos, tras la Eucaristía del día de la Virgen del Carmen, la llevan en procesión, también en barcos por la mar a la que echan flores por los marineros fallecidos.
¡Cuántas cosas diríamos! Que la Virgen de la Antigua nos asista.
Sor Beatriz Dañobeitia y Sor Mª Dolores Moriones,
Hijas de la Cruz
2022… virus que se resiste a desaparecer, después de dos años de pandemia. Dos años de dificultades, de enfermedad, de muertes… tiempos de oscuridad. Sin aún superarlos, una guerra estalla, aquí al lado, una más en el mundo, a las puertas de Europa. Ucrania arde bajo los misiles de Putin, empujado por la locura, la falta de humanidad, de empatía… Ucrania arde… ¡y resiste desde su pequeñez!
Mujeres, niños, mayores… de la noche a la mañana, se ven obligados a dejar a sus familiares, a sus amistades, a su pueblo o ciudad, su cultura, su lugar en el mundo… de la noche a la mañana, no queda otra opción: huir para vivir.
En pocos días, más de tres millones de personas salen de su país, con desesperación, con profunda tristeza, con desconcierto, con dolor… buscan refugio, allí donde pueden.
Sí, en la muerte está la resurrección. La luz, por tenue que sea, gana a la oscuridad. De las heridas brotan semillas de vida.
Frente a la locura, una ola de solidaridad también invade los corazones europeos.
Es domingo, 13 de marzo de 2022. A media tarde recibo la llamada de Sor Ana Rodríguez, de la Comunidad de Egiluze (Irún): acaban de comunicarles que un grupo de bomberos de Madrid vuelven de la frontera entre Ucrania y Polonia en sus furgonetas, donde han rescatado a un grupo de mujeres y niños, y que necesitarán descansar en Egiluze para poder continuar su ruta de salvación. No cabe opción diferente, no es posible ahogar los gritos de quien sufre. Santa Juana Isabel tampoco se tapó los oídos cuando, regresando de la Eucaristía, escuchó gritos de dolor en mitad del bosque. Es una oportunidad, real y concreta, de poner en práctica lo que estamos verbalizando en los últimos años: hermanas y laicos, juntos, como familia, al servicio de los pequeños y los pobres.
Las hermanas realizan las gestiones oportunas para preparar la llegada de esas furgonetas cargadas de crucificadas. Personas del entorno colaboran y dejan bocadillos y productos para el desayuno.
Para cuando llego a Egiluze, sobre las 22:30 horas, todo está preparado para acoger a estas personas refugiadas. En cualquier caso, hay cierta inquietud o nerviosismo ante un escenario nunca conocido. No sé realmente qué hago en Egiluze, pero sé que estoy donde tengo que estar: con mis hermanas. La llegada se prevé para la 1:00, después a las 2:30… Esas horas de espera son también un regalo, un tiempo para reencontrarnos, para dialogar sobre lo humano y lo divino… La hermana Karina prepara, con destreza y gran calidez, carteles de bienvenida en lengua ucraniana. Decoramos la entrada, señalizamos los pasillos hacia las habitaciones y comedor, desplegamos un mensaje de bienvenida en la sala del comedor: Ласкаво просимо ("Laskavo prosymo" = "bienvenidos").
02:15 de la madrugada, seguimos de tertulia, por momentos, cuando el cansancio se hace más presente, cerramos los ojos y reposamos nuestras cabezas en el sofá: una estampa que bien podría darse, en ese preciso momento, en cualquier familia. En esa inquieta calma, el silencio se adueña: es el silencio del Sábado Santo.
Una llamada de teléfono quiebra ese silencio; es la de uno de los bomberos: aún les queda camino hasta llegar a Irun, y calculan que llegarán alrededor de las 3:30 horas.
El silencio, interrumpido por algún bostezo, continúa.
Son las 03:15, y necesito moverme para que no me venza el sueño. Decido bajar al patio para dejar en mi vehículo el libro que me acompañaba y que, entre tertulias y silencios, no había abierto. Al llegar a recepción, desde la pequeña ventana, veo luces. "¿Quién será? No es aún la hora, pero son varias las luces", pienso. Llamo por teléfono a Sor Ana. "Creo que han llegado ya, hay varias luces", le digo. Me responde: "¿ya? ¿No será la Ertzaintza (policía vasca)? Suelen pasar en.
"¿Quién será? No es aún la hora, pero son varias las luces", pienso. Llamo por teléfono a Sor Ana. "Creo que han llegado ya, hay varias luces", le digo. Me responde: "¿ya? ¿No será la Ertzaintza (policía vasca)? Suelen pasar en ocasiones por seguridad. Bajamos, por si acaso".
La primera en llegar a recepción es Sor Maite Heredia. Creemos que son ellos. Van llegando las demás hermanas (Sor Consuelo, Sor Charo, Karina).
Sor Maite Heredia abre la puerta de Egiluze. Efectivamente, son ellos. Mejor dicho: ellas. Ellas son la luz. Una multitud de mujeres, algunas con niños y adolescentes, están saliendo de las furgonetas, con bolsas no muy grandes. Salimos y nos acercamos a ellas, haciendo gestos con la cabeza en señal de bienvenida y respeto. Se nota el cansancio en sus caras, a pesar de las mascarillas, y andan con lentitud. Les ofrecemos mascarillas nuevas, pero uno de los bomberos nos dice que no hace falta, que tienen más que de sobra para los próximos días. Avanzan hacia la entrada, unas hermanas dirigen a las primeras en entrar, ayudamos a llevar bolsas... Suben las escaleras y, al ver habitaciones abiertas, van entrando. Se forma un poco de caos en el reparto de habitaciones, pero poco a poco se van instalando de dos en dos, madres con sus hijos... Al subir de nuevo la escalera con una mujer ucraniana: se detiene ante la Cruz del Resucitado, mira al Cristo Resucitado y le acaricia, con delicadeza y mirada de agradecimiento, el pie. Me impacta el gesto: luz en medio de la oscuridad.
Llegamos al piso de arriba, y hay una chica que habla un poco de castellano. Me dice "¡gracias, hermano, gracias! ¡Incluso habéis puesto carteles en ucraniano, qué detalle!". Le ofrezco la contraseña de Wi-Fi, y enseguida se van acercando los más jóvenes para conectarse a Internet. "Necesitamos contactar con familiares, algunos siguen en Ucrania, otros están en otros países, necesitamos decirles que estamos aquí y que hemos llegado bien", me dice, la hermana ucraniana que habla nuestro idioma.
Los bomberos madrileños, uno de ellos de Tarragona, suben los últimos y se van acomodando en habitaciones. Hablo con uno de ellos, están realmente cansados, incluso más que las refugiadas. Me informa que ese mismo día han recorrido unos 1.800 kilómetros. Le pregunto si necesitan algo, a lo que contesta "dormir, unas horas serán suficientes". Muy cercano, me dice que el grupo se ha ido tranquilizando, pero que cuando llegaron a Ucrania, vieron escenas de desesperación, caras de terror... "Lo que vi, es indescriptible. No se puede desear esa situación a nadie". Seguimos nuestra conversación, mientras las hermanas van y vienen, acercando a las habitaciones pasta de dientes, un poco de gel de ducha... La calma se va imponiendo, el silencio se hace presente y, tras despedirme de las hermanas, dejo Egiluze atrás, con todas las habitaciones encendidas. A las 5:00 de la madrugada, las calles de la ciudad están vacías y las casas, apagadas. La luz de Egiluze contrasta con la oscuridad de las casas. ¡Qué contraste!
Llego a mi casa, mi madre sigue despierta hasta mi llegada y, una vez en la cama, informo a la Fraternidad Molante de lo vivido. Ellos y ellas han estado presentes, cada uno desde su ubicación, mediante la oración, en un acompañamiento fraternal, familiar. Oración y acción. Hermanas y laicos. Juntos. No como familia; sino EN FAMILIA.
Ya es lunes y yo, con pocas horas dormidas, vuelvo a mis responsabilidades. El grupo de mujeres, niños y bomberos van despertándose, bajan a desayunar... Suben a las furgonetas y, el mediodía, continúan su ruta.
Lo vivido y compartido me hace reflexionar. En primer lugar, la conclusión más evidente: Dios se hace presente en la oscuridad, en la desesperación, en el dolor... Y en segundo lugar: un bonito ejemplo de actuar en Familia, una experiencia de vida, enraizados en el Carisma, hermanas y laicos, mano a mano, juntos, en inseparable combinación de oración y misión. Por los crucificados de hoy. Con el convencimiento de que por la Cruz se llega a la Resurrección, de que en la oscuridad es donde más brilla la luz, de que, con el Señor, por Cristo, con Él y en Él, la muerte se convierte en vida.
Lander Ugartemendia Mujika
Paula, una joven de 16 años, viajó el miércoles con su padrastro hasta Polonia. Hicieron un largo viaje desde Irun (España, País Vasco) hasta Varsovia, donde dejaron unas bolsas de abrigo en la estación y recogieron a una madre con su hija pequeña y una amiga.
“Tuve la sensación -nos compartió Paula- de ayudar desde dentro de mí (…) cuando ves a esas personas, cuando ya ves la cara de esperanza, del “ya estoy a salvo” (…) se revuelve algo adentro que sientes como si le conocieras de toda la vida. Y sólo les conoces hace diez minutos. Pero es una sensación preciosa (…) Ayudar es lo más bonito que hay en el mundo”.
A partir de esta experiencia ella y su familia, ya no pudieron quedarse tranquilos sin nada que hacer. Compartieron el proyecto con otros y muchos otros se comprometieron también. El nuevo objetivo era regresar a Polonia con más vehículos, y traer más personas. Así, se fue tejiendo una red de solidaridad: un grupo de mujeres de Irun, las familias de acogida en Madrid, aquellos que realizaron donaciones, un grupo de bomberos, y las Hijas de la Cruz. Todos queríamos ayudar ¡necesitábamos ayudar!
En la madrugada del domingo 13 de marzo, llegaron a España cinco minibuses con un contingente de 38 personas de Ucrania. Había mujeres, adolescentes, algunos niños y un perrito. Se alojaron en Eguiluze para descansar y reponer fuerzas antes de hacer el último tramo del viaje hasta Madrid.
¡La fuerza de las mujeres nos emocionó! ellas han escapado para cuidar de sus hijos y lograr sobrevivir, ahora llegan a un país con un idioma incomprensible, sin saber por cuánto tiempo y sabiendo que deben empezar de nuevo. Mujeres fuertes que reflejan en sus rostros el cansancio, la incertidumbre, pero también el agradecimiento y una pequeña luz de esperanza en medio de tanto dolor.
Nosotras, hermanas y laicos, hemos sentido que es necesario salir al encuentro de nuestros hermanos sufrientes por la guerra, correr el riesgo, “ensanchar el espacio de nuestra tienda” (Is 54,2), de nuestra casa y de nuestro corazón. No escuchamos sus historias ni logramos consolarlos de sus heridas, pero fue una gracia haberlos acogido en nuestra casa. Ellos han agradecido especialmente el poder disfrutar de la naturaleza, estar fuera sin tener peligro, caminar en libertad y escuchar el silencio.
Tal vez este tiempo, en el que la compasión se expresa en numerosos actos de solidaridad en los diferentes países de Europa, sea un tiempo en que el Espíritu se sirve para hacer de esta humanidad una “nueva creación”. Donde las mayores respuestas y gestos de amor vienen desde abajo, del pueblo, y llegan hasta lugares antes jamás pensados. Porque, como nos compartió Paula, “si todo el mundo ayuda, al final las cosas malas y todo lo malo pierde importancia y fuerza. Si hay más gente buena que mala, entonces, la bondad va a ganar”.
Han pasado 224 años desde que, en 1797, nuestros Fundadores Santa Juana Isabel y San Andrés Huberto se conocieron en la granja de los Marsyllis. Eran tiempos revueltos, de persecución, de búsqueda de las profundas raíces de la Fe, de abrazar la Cruz, símbolo de Vida. Tiempos de oscuridad donde brotó la Luz, en las constantes resurrecciones que se evidencian a través de la Historia.
224 años después, el encuentro en los Marsyllis sigue interpelándonos de manera directa: el valor de la humildad, actitud proactiva para el encuentro, camino de convergencia, búsqueda y recepción del Alimento para ser alimento para los demás,… en definitiva, la imagen de los Marsyllis nos invita hoy a volver a lo importante, a lo esencial, al núcleo, a la fuente: encontrarnos unos con otros para encontrarnos con Él, que es y será siempre “el Camino, la Verdad y la Vida”.
Aquella granja y lo que ocurrió allí, hoy nos puede enseñar y curar.
Hoy, estamos construyendo, viviendo y saboreando un nuevo Marsyllis, a la luz del Evangelio y del Carisma: el encuentro y la convergencia de la vocación religiosa y la vocación laical en la Familia Hijas de la Cruz, realidad aún en construcción que insufla alegría y esperanza y que exige tener ojos, brazos, mente y corazón bien abiertos para ser dóciles al Espíritu Santo.
Aún recuerdo aquel domingo en la primavera de 2017 cuando recibí la llamada de la Superiora General, Susana Felice, para invitarme a formar parte de un nuevo equipo de trabajo: el Comité Internacional Laicos-Hermanas (en adelante “CILS”, Comité International Laïques-Soeurs). No lo dudé, y respondí con convencimiento: SÍ. A los días, la Superiora Provincial, Asun Arbonies (En Paz Descanse), me invitaba a una celebración de envío con las hermanas en Egiluze. En comunidad, hermanas y laicos. Laicos y hermanas. (“Para que sean uno”, Juan 17, 22). ¡Una nueva etapa, un tiempo de esperanza! ¡Manos a la obra!
El primer encuentro presencial del CILS se realizó en julio de 2017, en la comunidad del colegio de Rue de Sèvres en París. Allí conocí a mis hermanos de equipo: Florence Davost (FR), Pietro Biavaschi (IT) y Soeur Marie-Paul Dossat. Nos acompañaron el Consejo General y nos acogieron, con sencillez y cariño, las hermanas de la comunidad. En este primer encuentro establecimos nuestra Hoja de Ruta y la propuesta de camino en la construcción de la Familia Hijas de la Cruz. ¡Este encuentro supuso también un nuevo Marsyllis! En 2018, volvimos a reunirnos en París, y en 2019 en Chiavenna.
La mirada de nuestro equipo estaba fijada en la Asamblea Laicos-Hermanas que se celebraría en La Puye en verano de 2020, con el objetivo de trabajar un Libro de Vida. Sin embargo, la pandemia del coronavirus alteró todas las previsiones: un nuevo tiempo oscuro que también nos ha ofrecido la oportunidad de ganar tiempo, reforzando y profundizando el trabajo mediante numerosos encuentros telemáticos, de cara a la Asamblea que, si la situación lo permite, se celebrará en agosto de 2021. Tiempos de adaptación. Tránsito desde las dificultades a las oportunidades.
Desde 2017 hasta la actualidad, y a propuesta del CILS, numerosos grupos, laicos y hermanas, hemos reflexionado, meditado, profundizado y descubierto lo que nos une: el Evangelio y el Carisma de nuestros Fundadores. Evangelio y Carisma crean lazos y puentes, en el seno de grupos y comunidades, pero también entre países, también entre estados y vocaciones (religiosas y laicales). Corazones individuales que conforman un solo Gran Corazón.
El curso 2017-2018 pivotó sobre LA ORACIÓN: qué es, cómo es, en qué nos ayuda, a qué nos llama, etc. ¿Qué y cómo nos enseña y cura la oración de Jesús? ¿Qué y cómo nos enseñan y curan las oraciones de San Andrés Huberto y Santa Juana Isabel? ¿Qué forma y qué peso tienen nuestras oraciones, en nuestro día a día?
Durante el curso siguiente, 2018-2019, tuvimos la oportunidad de descubrir qué es una FAMILIA ESPIRITUAL, desde la vocación personal de cada uno: ¿por qué queremos construir una familia espiritual? ¿Qué características ha de tener? ¿Qué es lo que nos une? ¿A qué nos llama Jesús, de manera individual y como Familia?
El tercer tema que se trabajó, en 2019-2020, fue el de la MISIÓN: ¿Qué nos enseña Jesús con su misión? ¿Qué ejemplo nos dio la misión realizada por la hermana María Laura? ¿Cuál es nuestra misión personal? ¿Qué misión tenemos como Familia Hijas de la Cruz?
A su vez, hemos tenido la oportunidad de reflexionar, de manera individual, sobre nuestra RESPUESTA PERSONAL a este proyecto de vida: ¿Cómo querría pertenecer a la Familia Hijas de la Cruz? ¿Qué necesitaría para vivir esta pertenencia? ¿Qué me ayudaría a vivirla?
Este camino lo estamos recorriendo todos, unidos, superando distancias, culturas, idiomas, pandemias… En pleno confinamiento, el equipo del CILS hemos trabajado los numerosos documentos recibidos y hemos constatado la profundidad de las aportaciones, reflexiones y sentimientos así como la sed que hay en seguir caminando juntos. Unión en la diversidad ¡Una gran alegría! Ahora los grupos y comunidades, tenemos la ocasión y el regalo de poder trabajar, saborear, reflexionar sobre el documento de trabajo remitido a los delegados de los diferentes países.
En 1797 o en 2021, en tiempos de oscuridad, brilla la Luz. Como en los Marsyllis.
En este tiempo de pandemia, donde el encuentro, la unión, la relación y la proximidad se ven tan mermados, podemos decir alto y claro:
¡La Familia Hijas de la Cruz está viviendo un nuevo Marsyllis!
Lander Ugartemendia
Compartir en no muchas líneas la historia y el espíritu de la comunidad de Villabona que comenzó su andadura en 1904, es un poco difícil de hacer -por no decir imposible- pero lo hago desde el respeto a todas las hermanas entregadas en este municipio y a toda la gente que confió -y confía- en ellas. Con la intención de acrecentar nuestro espíritu de familia por medio del conocimiento -mutuo si es posible- aquí va este texto.
El primer detalle importante que es que en 1903 en Francia se prohibió a las Congregaciones religiosas encargarse de la enseñanza. Por ese motivo, muchas Congregaciones salieron a fundar en otras naciones y nuestras hermanas de Francia fueron destinadas a diferentes países.
En 1904 se abrieron más de veinte comunidades en pequeños municipios de España. y en este contexto, el pueblo de Amasa solicitó a las Hermanas de Ustaritz su presencia, porque querían tener una educación católica para sus niños y jóvenes
El mismo alcalde de Villabona pidió otra comunidad de Hijas de la Cruz para la enseñanza, abajo en el pueblo cediéndoles su propia casa durante doce años hasta que se construyó el colegio San José. Fue un gesto muy bueno de su parte. Así son dos las Comunidades de enseñanza en AMASA VILLABONA que son un mismo municipio.
Con el paso del tiempo la misión de las Hermanas se abrió, pues el Ayuntamiento les pidió una Comunidad para la atención del antiguo Asilo de Villabona, comenzando allí su presencia el 14 de febrero de 1948 con Sor Josefina y Sor Pilar Ángeles. Y hasta 1962 que se cerró Amasa había tres comunidades de Hijas de la Cruz.
Por la década de los 60 hubo mucha emigración por todo el contorno; mucha gente venía a trabajar en la papelera, en lo textil y la metalurgia que era la industria del pueblo. Por este motivo creció el municipio y como consecuencia, había muchos niños y el colegio quedó pequeño. Ante esta situación, las Hermanas cedieron sus habitaciones, sala de comunidad, capilla y toda la casa para ampliar las clases y compraron el piso en 1969 para que la comunidad tuviera donde dormir pues pasaban el día en el colegio, y es en este piso donde está instalada la comunidad actual.
En 1973 la Ley de educación de Vilar Palasí amplió los años obligatorios de enseñanza hasta los 16 años y como no había posibilidades en el colegio por falta de espacio, ante esta situación, y porque en las grandes ciudades también había mucha emigración y se ampliaban los colegios de Errenteria, Zumárraga y Bilbao las comunidades de los pueblos pequeños se vieron afectados al cierre por falta de posibilidades de niños y espacios y porque se necesitaba al personal en esos centros ampliados.
En Villabona existía el Centro de enseñanza parroquial que impartía el Bachillerato para los niños.
Fue esta ocasión que se aprovechó para hacer una enseñanza mixta entre las niñas de nuestro colegio, los niños del centro parroquial más una pequeña guardería que también era incipiente , y entre los tres formaron la IKASTOLA del Sagrado CORAZON DE JESUS a cargo de la parroquia. Y absorbió también a las Hermanas que eran cuatro en la Ikastola. La última en jubilarse fue Sor Justa en septiembre del 2004.
Justamente en Septiembre del 2004, celebramos el centenario de las Hijas de la Cruz en AMASA- VILLABONA acudiendo muchas de las Hermanas que habían dedicado su vida en este servicio al pueblo.
En muchos otros municipios donde estábamos en pequeños colegios, hubo también que cerrarlos y con ello se perdió la presencia de la Hijas de la Cruz. Pero en Villabona siguieron estando por su misión en la residencia, donde estuvieron nuestras Hermanas hasta 2004.
Desde dicho año, las Hermanas además de la presencia Religiosa se dedican a la Pastoral de la Salud, con el grupo parroquial acudiendo a las dos Residencias de ancianos para el cuidado espiritual de los residentes y atendiendo a los que quieren y están en sus casas. También se implicaron en la parroquia con la Liturgia y siendo ministras extraordinarias de la Eucaristía.
Habiendo tenido un intervalo de año y medio sin presencia de hermanas, la comunidad sigue viva con Jone, María Rosario e Inma. Iban a visitar a la gente que está en las dos residencias de ancianos pero, actualmente con el covit 19, no pueden ejercerlo. Se sigue visitando a las familias, aunque a menos.
María Rosario está en el grupo de Cáritas, donde tienen el encuentro cada quince días. Hay mucha gente de Nigeria, Marruecos y Sáhara. Les ayudan especialmente en la documentación y gestión burocrática, pues está muy en contacto con la Asistente social y la Diputación de Gipuzkoa.
Inma está en Nagusi laun, que es un grupo de atención al ciudadano y en el que lleva muchos años.
Y Jone está en Fraternidad Molante, haciendo presente a la Congregación en medio de los Laicos, donde unidos formamos nuestra Familia Hijas de la Cruz.
Pero sobre todo, la misión principal de esta comunidad, es la presencia de la Vida Consagrada -de un modo más concreto, la presencia de las Hijas de la Cruz- en el pueblo.
Gracias por abriros a la acción del Espíritu cada día que os habla por medio de la realidad de Villabona.
Amaia Muñoz
Actualmente, en el Valle de Karrantza, las Hermanas viven en un piso, pero el origen de esta comunidad fue la casa parroquial como respuesta a una llamada del Obispo.
Mariví Vadillo, Consuelo Izquierdo y María Luisa Izura, acompañaban con el párroco a las catorce parroquias dispersas,-si no me equivoco-, que hay en este valle.
Es importante tener en cuenta que se trata de una zona rural, un valle con sus montañas, donde se necesita un coche para poder desplazarse. La carencia del medio de locomoción dificulta poder llevar a cabo la misión, por las distancias físicas que hay entre las diferentes parroquias.
Las Hermanas tenían una reunión semanal para organizar los diferentes compromisos que puede tener una parroquia: celebraciones, catequesis, Cáritas… Cada quince días participaban de una reunión comarcal, con los sacerdotes de la zona.
Como era imposible celebrar la Eucaristía en todas las parroquias del valle, se iban alternando, y las Hermanas se encargaban de animar la Celebración de la Palabra en algunas parroquias en las que no iba a poder hacerlo el párroco.
Unos años después, llegó a esta comunidad Angelita Baztán. Como ella dice, los compromisos ya estaban bien organizados y su primera misión fue desplazar en coche a las Hermanas a sus lugares de compromisos.
Más tarde, Maria Luisa Izura pasó a formar parte de la comunidad de Irún por problemas de salud.
Fue un tiempo de un trabajo pastoral intenso vivido con alegría, pero tras dieciséis años, la organización parroquial experimentó un cambio y las Hermanas fueron a vivir a un piso llevando a cabo una misión diferente.
Algún tiempo después, Consuelo Izquierdo se trasladó a Limpias, tras el fallecimiento de Teresa López, y a pesar de las distancias, forman una sola comunidad, compartiendo algunas reuniones y reflexiones, celebrando juntas fechas especiales tanto de fe, -las litúrgicas-, como de vida, -los cumpleaños-. Comparten la misma misión aunque en contacto con diferentes personas.
En Karrantza, hasta hace poco tiempo, Marivi siguió animando la Celebración de la Palabra. Las visitas a la gente se siguen haciendo de un modo informal: el «compromiso de la escucha», tan importante aunque muchas veces no somos conscientes de ello. Sólo nos damos cuenta de su valor cuando echamos de menos a gente con la que poder hablar, o después de haber vivido la experiencia de conversar con personas de confianza que transmiten empatía, amor...
Termino dando las gracias a Mariví y a Angelita, y recordando también a Isabel y a Consuelo, –cuyo testimonio ya compartimos en el primer Boletín-, y que forman parte de su comunidad actual, a pesar de la distancia.
Seguid transmitiendo el mensaje evangélico, ante todo por lo que sois, dando testimonio de la alegría de vivir con Dios y para Él, en la sencillez de vuestras vidas.