Han pasado 224 años desde que, en 1797, nuestros Fundadores Santa Juana Isabel y San Andrés Huberto se conocieron en la granja de los Marsyllis. Eran tiempos revueltos, de persecución, de búsqueda de las profundas raíces de la Fe, de abrazar la Cruz, símbolo de Vida. Tiempos de oscuridad donde brotó la Luz, en las constantes resurrecciones que se evidencian a través de la Historia.
224 años después, el encuentro en los Marsyllis sigue interpelándonos de manera directa: el valor de la humildad, actitud proactiva para el encuentro, camino de convergencia, búsqueda y recepción del Alimento para ser alimento para los demás,… en definitiva, la imagen de los Marsyllis nos invita hoy a volver a lo importante, a lo esencial, al núcleo, a la fuente: encontrarnos unos con otros para encontrarnos con Él, que es y será siempre “el Camino, la Verdad y la Vida”.
Aquella granja y lo que ocurrió allí, hoy nos puede enseñar y curar.
Hoy, estamos construyendo, viviendo y saboreando un nuevo Marsyllis, a la luz del Evangelio y del Carisma: el encuentro y la convergencia de la vocación religiosa y la vocación laical en la Familia Hijas de la Cruz, realidad aún en construcción que insufla alegría y esperanza y que exige tener ojos, brazos, mente y corazón bien abiertos para ser dóciles al Espíritu Santo.
Aún recuerdo aquel domingo en la primavera de 2017 cuando recibí la llamada de la Superiora General, Susana Felice, para invitarme a formar parte de un nuevo equipo de trabajo: el Comité Internacional Laicos-Hermanas (en adelante “CILS”, Comité International Laïques-Soeurs). No lo dudé, y respondí con convencimiento: SÍ. A los días, la Superiora Provincial, Asun Arbonies (En Paz Descanse), me invitaba a una celebración de envío con las hermanas en Egiluze. En comunidad, hermanas y laicos. Laicos y hermanas. (“Para que sean uno”, Juan 17, 22). ¡Una nueva etapa, un tiempo de esperanza! ¡Manos a la obra!
El primer encuentro presencial del CILS se realizó en julio de 2017, en la comunidad del colegio de Rue de Sèvres en París. Allí conocí a mis hermanos de equipo: Florence Davost (FR), Pietro Biavaschi (IT) y Soeur Marie-Paul Dossat. Nos acompañaron el Consejo General y nos acogieron, con sencillez y cariño, las hermanas de la comunidad. En este primer encuentro establecimos nuestra Hoja de Ruta y la propuesta de camino en la construcción de la Familia Hijas de la Cruz. ¡Este encuentro supuso también un nuevo Marsyllis! En 2018, volvimos a reunirnos en París, y en 2019 en Chiavenna.
La mirada de nuestro equipo estaba fijada en la Asamblea Laicos-Hermanas que se celebraría en La Puye en verano de 2020, con el objetivo de trabajar un Libro de Vida. Sin embargo, la pandemia del coronavirus alteró todas las previsiones: un nuevo tiempo oscuro que también nos ha ofrecido la oportunidad de ganar tiempo, reforzando y profundizando el trabajo mediante numerosos encuentros telemáticos, de cara a la Asamblea que, si la situación lo permite, se celebrará en agosto de 2021. Tiempos de adaptación. Tránsito desde las dificultades a las oportunidades.
Desde 2017 hasta la actualidad, y a propuesta del CILS, numerosos grupos, laicos y hermanas, hemos reflexionado, meditado, profundizado y descubierto lo que nos une: el Evangelio y el Carisma de nuestros Fundadores. Evangelio y Carisma crean lazos y puentes, en el seno de grupos y comunidades, pero también entre países, también entre estados y vocaciones (religiosas y laicales). Corazones individuales que conforman un solo Gran Corazón.
El curso 2017-2018 pivotó sobre LA ORACIÓN: qué es, cómo es, en qué nos ayuda, a qué nos llama, etc. ¿Qué y cómo nos enseña y cura la oración de Jesús? ¿Qué y cómo nos enseñan y curan las oraciones de San Andrés Huberto y Santa Juana Isabel? ¿Qué forma y qué peso tienen nuestras oraciones, en nuestro día a día?
Durante el curso siguiente, 2018-2019, tuvimos la oportunidad de descubrir qué es una FAMILIA ESPIRITUAL, desde la vocación personal de cada uno: ¿por qué queremos construir una familia espiritual? ¿Qué características ha de tener? ¿Qué es lo que nos une? ¿A qué nos llama Jesús, de manera individual y como Familia?
El tercer tema que se trabajó, en 2019-2020, fue el de la MISIÓN: ¿Qué nos enseña Jesús con su misión? ¿Qué ejemplo nos dio la misión realizada por la hermana María Laura? ¿Cuál es nuestra misión personal? ¿Qué misión tenemos como Familia Hijas de la Cruz?
A su vez, hemos tenido la oportunidad de reflexionar, de manera individual, sobre nuestra RESPUESTA PERSONAL a este proyecto de vida: ¿Cómo querría pertenecer a la Familia Hijas de la Cruz? ¿Qué necesitaría para vivir esta pertenencia? ¿Qué me ayudaría a vivirla?
Este camino lo estamos recorriendo todos, unidos, superando distancias, culturas, idiomas, pandemias… En pleno confinamiento, el equipo del CILS hemos trabajado los numerosos documentos recibidos y hemos constatado la profundidad de las aportaciones, reflexiones y sentimientos así como la sed que hay en seguir caminando juntos. Unión en la diversidad ¡Una gran alegría! Ahora los grupos y comunidades, tenemos la ocasión y el regalo de poder trabajar, saborear, reflexionar sobre el documento de trabajo remitido a los delegados de los diferentes países.
En 1797 o en 2021, en tiempos de oscuridad, brilla la Luz. Como en los Marsyllis.
En este tiempo de pandemia, donde el encuentro, la unión, la relación y la proximidad se ven tan mermados, podemos decir alto y claro:
¡La Familia Hijas de la Cruz está viviendo un nuevo Marsyllis!
Lander Ugartemendia