Filles de la croix

El Espíritu de la Congregación

La espiritualidad  de la Congregación es la que vivía la Iglesia de Francia en aquella época y de la que se alimentaron tantos santos: espiritualidad Cristo céntrica de la Escuela Francesa del siglo XVII, por la que todo se asienta sobre Cristo, Verbo Encarnado, verdadero centro del mundo.

“Jesús, Verbo Encarnado, se entregó por nosotros hasta la muerte de Cruz. Nos comprometemos a seguirle. 

Le contemplamos en su infancia, su vida apostólica, su vida pobre, sus sufrimientos, su muerte y su resurrección, su vida gloriosa, su vida en medio de nosotros en la Eucaristía, y su presencia en el pobre.

Por Jesús, con El y en El, adoramos a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, misterio y fuente de comunión, de creación y de vida, presencia que nos habita y nos transforma." (Regla de vida)

 Habitado por el misterio de la Trinidad, S. Andrés-Huberto, en sus cartas, invitaba continuamente a las hermanas a entrar en esa vida trinitaria.

 “Toda vuestra vida debe ser una repetición continua de: “Gloria al Padre, que me ha creado a su imagen y me ha dado a su único Hijo. Gloria al Hijo, que dio su vida por mí, que me dio su corazón. Gloria al Espíritu Santo, que habita en mí para sostenerme en todo”."

 

Santa Juana Isabel, mujer brillante consagró su vida al servicio de los pequeños y de los pobres.

Estatua de Santa Juana Isabel en La Puye “Tomo en serio el compromiso de mi bautismo”

“Yo bendigo al cielo,  porque instruir a los pobres y curar a los enfermos es imitar al Maestro mismo…”

“No he dado mi fortuna y mi persona para otra cosa que no sea instruir a los pobres y a la enseñanza de lo que favorece a los pobres”

 

La espiritualidad Cristo céntrica y trinitaria de la Escuela Francesa otorga un puesto importante a la Madre de Jesús. María está en el centro del misterio cristiano puesto que el Verbo se encarnó en ella.

“María comprendió mejor que nadie el corazón de su Hijo y nos introduce en Él. Madre con el corazón traspasado, de pie, junto a la Cruz, vivió su sí hasta el final, en su humilde puesto, firme en la fe. Para llegar a semejantes a su Hijo y que se cumpla el designio de salvación del Padre, nos enseña a entregarnos al Espíritu como ella se entregó.” (E.V.5)  (Regla de vida)

 

El espíritu de la Congregación es el dinamismo evangélico que recibieron y vivieron los Fundadores. El espíritu es vida y desde los orígenes vivimos del espíritu de los Fundadores. Ellos velan por las Hijas de la Cruz:

Espíritu y Vida - Regla de Vida / Constituciones de las Hijas de la Cruz

«… en un gran espíritu de fe, de humildad, de dependencia, de pobreza, de renuncia en todo para que a través de nosotras y más por nuestra vida que por nuestras palabras, Jesús  continúe instruyendo y curando a los pequeños y a los pobres.” E.V.4  (Regla de vida)

 “El fin de nuestra Institución es representar la vida de nuestro Señor y la sencillez de su Evangelio a través de su espíritu, sus costumbres y sus obras.

Reunidas para glorificar a Dios con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, para no vivir más que para Él, en un espíritu de adoración, de dependencia, de sacrificio y de amor, para rendir en espíritu y verdad lo que debemos a un Dios Creador, Salvador y Esposo, nos comprometemos al servicio de Dios y de los pobres, a través de toda clase de buenas obras”. (Regla de vida)

“Llevamos el nombre de Hijas de la Cruz que significa para nosotras nuestro enraizamiento en el Misterio de Cristo y debe inspirar a toda nuestra vida.

Nos llama

a contemplar al Padre, que tanto amó al mundo que nos dio a su Hijo único,

a seguir al Cristo, que se entregó para congregarnos en una multitud de hermanos,

a acoger al Espíritu, don del Padre y del Hijo Glorificado, fuente de vida nueva,

a tomar parte en la construcción de la Iglesia, que nace del Corazón abierto de Jesús." (Regla de vida)