Filles de la croix

Han pasado 200 años, empieza el periodo triunfal del Imperio napoleónico. En Francia se disfruta prácticamente en todos los lugares de la paz religiosa que desapareció durante los años de la Revolución.

Aparte de algún franco tirador aislado al oeste de la diócesis de Poitiers, normalmente atentando contra la Pequeña Iglesia, todo se ha reunificado bajo el Concordato.

Eliminada la Iglesia que representaba al Antiguo Régimen y todos sus privilegios…. la Iglesia actual debe vivir de otra manera, pero en todos los sitios hace falta de forma urgente más religiosos. (2007)

 

Libertad / Equidad / Fraternidad

Ahora, en las antiguas provincias redistribuidas en departamentos, surgen nuevas estructuras más pequeñas y dimensionadas, donde conviven sacerdotes y laicos cristianos. Sobre todo los cristianos, las gentes con fe, han experimentado cómo esas ideas de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución, solo eran eslóganes dirigidos a los pobres campesinos…

Bajo la bandera de la caridad y de la fe, se quieren poner manos a la obra.

Para los pobres campesinos rurales, la Revolución no ha mejorado significativamente sus condiciones de vida…. el reclutamiento de hombres y las continuas guerras de Napoleón han dejado las tierras sin brazos para trabajarlas…la enfermedad y la ignorancia siguen presentes.

En los confines de Touraine, Berry y Poitou, en esa preciosa región donde están los valles de Gartempe y de Anglin, donde se erigen algunos castillos desde la Edad Media, allí está enclavado el pueblo de San Pedro de Maillé.

Es una bonita parroquia donde el cura Andrés Huberto Fournet fue sacerdote no juramentado.

Exiliado en España por esta causa, en 1797 regresa a Francia creyendo que ya ha pasado la persecución religiosa, pero no es así y tiene que seguir viviendo en la clandestinidad algún tiempo.

Durante una de sus misas clandestinas, llega Isabel Bichier y le habla de su vocación de consagrarse a Cristo. Le aconseja servir a los pobres, dedicarse a enseñar a los niños iletrados y atender a los enfermos…A todos les habla de Dios. Desde ese momento, con la ayuda de su sirvienta Ana María, se pone manos a la obra, una obra inmensa…

Pero Isabel ha escuchado la llamada del Señor que le pide consagrase a Él siendo religiosa, y para ello vivir en comunidad con la ayuda espiritual necesaria, para continuar la misión comenzada. ¿Pero, dónde, y cómo?

Su deseo de abrazar una vida religiosa la hace vivir temporadas en Poitiers, en un convento. Ella se enferma allí y se queda una temporada para recuperarse en Ligugé, después regresa a Poitiers.

¿Qué es lo que debe aprender en esa comunidad de vida casi contemplativa?, ¿Cuánto tiempo va a durar esa formación?, ¿Qué hay que hacer para convertirse en religiosa, consagrarse, y para encontrar el lugar dónde vivir?

Recibe una carta del Buen Padre Andrés, que esquiva todas sus preguntas. En cambio, le muestra el camino a seguir, un camino muy simple:

“¿En qué está pensando, hija mía, prolongando su estancia en una casa de retiro mientras Dios le llama al combate?

Dese prisa en venir…hay muchos niños que no conocen los principios básicos de la religión y no tenemos a nadie que les enseñe.

Casa La Guimetière - vista trasera

Hay pobres enfermos tirados en las camas, sin cuidado, sin consuelo, venga a atenderlos, a prepararlos para la muerte”.

Para estar más próxima al cura de San Pierre de Maillé, Isabel deja la casa de Béthines, La Guimetière, y se traslada a Molante en 1806, acompañada de su sirvienta Ana María, y de Magdalena, una amiga de Poitiers, de Verónica que vivía en Angles sur l´Anglin y de Ana, de San Pierre de Maillé.

Todas dejan atrás sus familias y se van a vivir juntas a Molante, sin saber dónde les llevará la vida, y sin otro proyecto inmediato que el que van a precisar al pronunciar sus votos.

 

Cada una de ellas es una mujer de fe, que ama al Señor a través del amor al prójimo,

Comprometida desde el fondo de su corazón.

De aquí en adelante, cada una se entregará junto a las otras al servicio del Amor al prójimo,

pronunciando sus votos juntas lo que les unirá en una Vida de comunidad

Hacen sus votos en Molante la tarde del 2 de febrero de 1807.

 

La misma mañana de esa jornada, en la Iglesia de San Pedro de Maillé,

al igual que en todas las iglesias de la época,

la liturgia de la Candelaria ha hecho de la Misa un camino de Luz…

los cirios encendidos en fila…al inicio del oficio….

Celebramos la alegría de anciano Simeón que coge en sus brazos al pequeño niño y bendice a Dios…

los fieles han recibido la luz revelada a todas las naciones…

Lumen ad revelationem Gentium…

“Cristo, la Luz que iluminará todas las naciones…”

Aquel día, el Evangelio convirtió a Ana,

 la anciana mujer, en una profetisa que proclama las alabanzas de Dios

y en la primera de los pastores que habla del Niño a sus allegados…

Ella inicia el anuncio, a sus ochenta y cuatro años…portadora de Luz.

Aquel día, en la alegría de la Presentación, la Escritura, a través de la voz de Simeón,

Una espada de dolor atraviesa el corazón de María...

 

Ese día, el sencillo oratorio de Molante

Se ha decorado con las primeras violetas de la cercana ladera.

Con la luz del mediodía, sobre el altar vestido con un lienzo inmaculado,

Brilla la custodia de la Adoración Eucarística.

Adoración que se hace cada día en la casa.

Las cinco hermanas se reúnen, son recibidas…

Desde hace tiempo se han preparado –en retiro silencioso- para este día de fiesta,

El día de la Luz…

El Buen Padre está allí, testigo de la celebración, garante de la Iglesia en aquel lugar.

“En el nombre de la Santa Trinidad, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…

en presencia de nuestro salvador Jesucristo…

yo, Isabel, yo Magdalena, yo Ana, yo Verónica, yo Ana María….

Hago voto de pobreza, de castidad y de obediencia

Y prometo dedicarme y emplearme al cuidado de los enfermos y a la enseñanza de los pobres”.

A 2 de Febrero de 1807, Fiesta de la Presentación de Jesús por María en el Templo,

La ofrenda de su vida en la frescura de las mañanas de primavera….

Es el murmullo del origen, esperanza de un chorro fecundo…

 

Aquel día, en Molante, nace una Familia religiosa que tomará por Madre

A María de pie ante la Cruz…

 

Decoraciones para representar los primeros votos de Molante

Primeros votos de las hermanas en Molante,

Solo queda el rastro profundo en la memoria de sus vidas entregadas.

Entregadas al Cristo de la Eucaristía en el oratorio, a los 33 huérfanos que están en la casa…

Entregadas a través de la oración y el trabajo en comunidad,

en la acogida de las hermanas en la comunidad.

Entregadas a la enferma de la gruta, y primera paciente residente,

y  a todos los enfermos que siguieron

y que todavía continúan en San Pierre de Maillé…en La Puye… ¡y en tantos otros lugares!

La Primera comunidad de hermanas que comparte la oración y el pan de los pobres,

Que comparte el cuidado de los niños, los enfermos, los que están solos…

llevando, a la manera de su época, la Palabra del Evangelio…

luchando contra la pobreza, la ignorancia, el sufrimiento, los males del cuerpo y del corazón…de las almas…

Primeras de una futura fundación que nadie podría imaginar.

Mujeres entregadas a Dios y a los pobres,

que no sabían siquiera que estaban fundando una Congregación.

Una Congregación fundada “sin saberlo, sin quererlo”, escribiría más tarde Isabel.

Los años venideros germinaron la semilla depositada por Dios aquel día:

Primero en Maillé –primeros votos conocidos perpetuos en Rochefort- después en La Puye, en París…

en Francia, de Norte a Sur…y posteriormente más lejos, por todo el mundo…

siempre con la misma sencillez.

Los votos pronunciados en Molante, son en Val Fourré en Mantes y en Ouagadougou, serán en Argentina, en Francia, en África, en Italia, en Tailandia, en Brasil, en España, en Canadá…

Hermanas de una primera comunidad

que nació el día de la Presentación del Niño en el Templo…

Hijas de María con el corazón traspasado,

Hermanas adoratrices de la Eucaristía en el oratorio de Molante.

Siguiendo al Cristo del Pesebre, de la Cruz, del Altar,

En su camino de Vida y de Resurrección,

Ellas se convertirán en la Hijas de la Cruz.

Sin saber siquiera dónde irán después, confiadas en la Luz de Cristo, ellas abren un camino, porque creen firmemente que Cristo les ama.

Se entregan a Él y a Él le han hecho la promesa para toda la vida de “trabajar y dedicarse plenamente al cuidado de los enfermos y llevar la Buena Nueva a los pobres”.

Cada una de nuestras historias se escribe dentro de la suya…la llamada de Cristo en nuestras vidas, la gracia de nuestros votos y lo cotidiano de nuestros días llenos de amor, de penas, de alegrías, de encuentros, de sombras y de luces.

Hoy, en cualquier lugar dónde nos encontremos, celebrar nuestros orígenes tiene un sentido muy profundo.

Nuestro mundo sufre unas transformaciones intensas, de forma muy rápida. Nuestra Iglesia, donde nosotros nos situamos en la fe, debe renacer cada día con el Cristo de la Pascua que es su vida…

Hijas de la Cruz, hermanas de las hermanas de Molante, en la gracia que ha sido dada a cada uno y cada una, en la sencillez, la pobreza, la fidelidad y la Luz de Cristo, volvemos a nuestro corazón para vivir el mensaje que nos envía de nuevo este año de Luz.

 

¡Con Cristo, luz del mundo, otro mundo es posible!

 

Qué nuestras primeras hermanas y aquellas que nos precedieron, como hermanas que han servido y amado en la sencillez de una vida como Hijas de la Cruz, nos acompañen en el gozo de estos días de celebración y nos ayuden, junto al padre Andrés Huberto e Isabel, a acoger la gracia…

 Portada para celebrar las primeras 5 Hijas de la Cruz