“Corazones ardientes, pies en camino”... a pesar de la oscuridad de la “tarde” (Lc 24, 29).
Así me siento yo. Estoy con ese corazón ardiente en movimiento, que me impulsa a compartir el Evangelio del Amor, en medio de: la dificultad social de Argentina; de la devaluación de la moneda argentina, que parece que no termina y empobrece más a mucha gente; del “acomodamiento” de otras personas, en esa misma situación de pobreza, que les lleva a no hacer un mínimo esfuerzo para salir de ahí...
En medio de tantas situaciones que parece que el esfuerzo no sirve para nada, sumado a la “pequeñez” de la misma Congregación, por las pocas Hijas de la Cruz que estamos, especialmente en Argentina... hay Alguien que me anima - y nos anima -, que me impulsa a compartir esa fe, en mi caso más con hechos que con palabras. Y más que crear proyectos, es apoyar otros que ya están.
Entre mis compromisos, el que más resalto es el de los sábados a la mañana en el Merendero Monseñor Romero, donde van a comer unos 50 niños, niñas y adolescentes, de entre 4 y 16 años, que tienen una necesidad material y afectiva. Me parece importante apoyar al Hno. Marcelo y a tantas otras personas que lo apoyan y que con su ayuda, se puede realizar, además de las meriendas de lunes a miércoles y el Hogar Sagrado Corazón de Jesús, donde están cuidados unos 21 hombres que vivían en la calle.
En medio de “la oscuridad” me sigo sintiendo impulsada con el corazón caliente y los pies en camino, a continuar sirviendo a los pequeños y a los pobres por medio de mi vida.
Agradezco a la Parroquia San José de Barakaldo, por ser la “casa” donde yo crecí en la fe y la amistad. Con el paso del tiempo, participé del curso Norte-Sur de Misiones Diocesanas de Bilbao y, unos meses después del verano en Ecuador, comencé a formar parte de las Hijas de la Cruz y a ser misionera en este mundo, pero sin fronteras.
Amaia Muñoz García
Hija de la Cruz