Los meses de aislamiento por la pandemia no ha sido un tiempo perdido para todos, al contrario, el Espíritu Santo que anima el corazón de la Iglesia y del mundo ha trabajado intensamente. Este Espíritu que actúa secretamente, suscita vida y compasión, y en medio de las dificultades la creatividad.
Es así que un GRUPO DE MADRES Y PADRES del colegio de “Sagrada Familia” e Instituto “Hijas de la Cruz” de La Plata, han iniciado una hermosa labor junto al director Javier Valmaceda. Como hemos compartido hace unos meses, esta iniciativa permitió la creación de un merendero, dando cauce a iniciativas de solidaridad y compromiso de diferentes familias trabajadoras que conforman nuestra comunidad.
En esta nueva etapa de apertura y mayor normalidad, nos encontramos ante mayores necesidades y desafíos: una mayor pobreza e injusticia social. Pero esta realidad parece animar aún más el compromiso y las iniciativas, para hacer algo bueno por los demás.
Es así que en esta nueva etapa también han participado un GRUPO DE MUJERES DE ESPAÑA y un GRUPO DE JÓVENES DE ARGENTINA.
Pareciera que la manera de trabajar de Dios es la de despertar y animar a unos y a otros, sin importar las distancias ni las edades. Esta presencia de Dios actuando en el mundo suscita buenas iniciativas que, interrelacionadas entre sí, son una gran cadena de amor y solidaridad. Estos son los testimonios de los protagonistas de esta hermosa misión.
-En España: mujeres solidarias
En un pueblito de Fuenmayor (La Rioja), un grupo de mujeres y hermanas de la comunidad Hijas de la Cruz se reúnen para compartir y acoger la presencia de Dios en lo cotidiano. Esta alegría de la fe se transforma en espíritu de servicio.
El Taller de costura misionero “San Francisco Javier", nació hace más de 25 años. Las mujeres que pasan llevan adelante la hermosa tarea de tejer, diseñar y confesionar vestiditos y camperitas para niñas y bebés de pocos recurso. Algunos de ellos han enviado a Argentina recientemente.
Es el Espíritu de Dios que actúa misteriosamente en la historia suscitando solidaridad y amor, despertando la creatividad y abriendo al don de sí mismos.
-En Argentina: jóvenes y familias solidarias
Cuatro jóvenes se preparan para ir un domingo, a las 3 de la tarde a un barrio de La Plata. Prefieren hacer algo diferente y ayudar. Los protagonistas son: Valentín, Lucía, Priscila y Vicky y hoy nos cuentan sus testimonios:
Valentín nos dice:
“Llegué al barrio, convocado por la hermana, junto con mis padres para hacer entrega de unos vestiditos que confeccionaron unas abuelas en España. La experiencia estuvo buena, era lindo ver las caras de felicidad de esos niños, que con tan poco sonreían y eran re agradecidos. Las nenas se sentían como princesa con esos vestiditos que no se quitaron en toda la tarde. Me llamo mucho la atención lo respetuoso que fueron todos aún sabiendo en la situación en la que viven”.
Los cuatro jóvenes, llegaron al barrio con deseos de compartir su tiempo y la alegría con los más pequeños, y al igual que nuestros fundadores, encontraron al pobre y al sufriente en su realidad y se dejaron sorprender.
Para Vicky este encuentro aún permanece grabado en su corazón:
“Pasaron semanas y todavía no estoy segura de cómo definir lo que pasé en el barrio… Si tan solo hubieran visto la emoción de las nenas y de las madres, estarían igual que yo. Fue tan satisfactorio ver que una acción de nuestra parte puede mejorar el día, la semana o el mes de una persona.
Llegamos y todos corrieron hacia la casa que íbamos a ubicarnos; Cuando vieron los vestidos más de una abrió la boca y expresó su emoción, se sentían reinas. Querían irse corriendo para mostrar sus nuevos vestidos! No dejemos de nombrar a los nenes… que tenían un montón de libros para elegir y que se acabaron en muy poco tiempo”.
Para Lucía "esta experiencia es una linda forma de transmitir valores y de ayudar a los demas, de enseñarles lo mas importante, que es la empatia".
Como vemos en los testimonios, cada uno de ellos ha guardado un grato recuerdo y enseñanza, porque el encuentro con los pequeños y los empobrecidos nos enseña y conmueve.
Esta presencia de Dios en la vida de los pequeños sigue hablándonos como lo hizo con el padre Andrés Huberto y santa Juana Isabel. El Dios de la vida sigue hablándonos por medio de ellos e invitándonos a cambiarnos el corazón. Así también lo experimentó Valentín y nos lo comparte diciendo:
“A mí me gusta ayudar en todo lo que puedo, siempre acompañado de mi familia y creo que son valores que todo el mundo debe aprender. Para mí el mejor regalo o la mejor devolución es la sonrisa en la cara de un niño. No es la primera vez que colaboró con el barrio y siempre recuerdo las caritas felices”.
Esta cadena de amor y solidaridad comienza en una pequeña Granja en los Marsillys y sigue actualizándose en la medida en que damos lugar a dejarnos guiar por su Espíritu. Le pedimos al Dios de la Vida que en este tiempo de preparación al capítulo lo podamos nuevamente escuchar.
Una cadena de amor y solidaridad - Pdf