Como parte de La pastoral juvenil y vocacional, nuestra diócesis de Katiola en Costa de Marfil organiza anualmente reuniones de jóvenes durante el tiempo fuerte de la Iglesia. Por eso, nuestra parroquia invitó a los jóvenes a vivir una juventud pelé-juvenil en este tiempo de Cuaresma para testificar su elección por Cristo.
Y los jóvenes llegaron de las cuatro esquinas de la parroquia para reunirse en un pueblo (Sourkoudougou) ubicado a cuatro kilómetros de la parroquia. Para vivir bien este tiempo de peregrinación, dividimos a los jóvenes en varios grupos de treinta personas, para permitir una buena participación en la reflexión de los subtemas y las Estaciones del Viacrucis según las propuestas del equipo organizador. Durante la marcha, hubo estaciones del Viacrucis y momentos de pausa para que cada grupo pudiera tomar un momento de reflexión y responder los cuestionarios extraídos del mensaje del Papa para la Cuaresma. Los jóvenes estaban acompañados por el capellán de pastoral juvenil, el padre Armand Touré, la Consejera, Sor Clémentine Tapsoba con la hermana Adèle Rouamba. Tuvimos también voluntarios (maestros de la escuela) que se ofrecieron para acompañarnos.
Cuando llegamos al lugar de recepción, la comunidad cristiana y los catequistas titulares nos esperaban con alegría. Eran muy numerosos los que participaron en la celebración eucarística con nosotros. Estábamos unos 350 entre jóvenes y adultos, además de algunos niños. Después de un descanso, tuvimos una lección sobre el tema: JOVEN MISIONERA CON CRISTO, impartida por la hermana Clementine. Luego tuvimos la celebración eucarística y la puesta en común de las reflexiones en vez de la homilía guiada por el padre Armand.
Después de esta hermosa celebración eucarística, seguida del compartir la comida traída por cada peregrino, hubo una animación del coro juvenil con canciones de alabanza antes del regreso. Emprendimos el camino de regreso con la auténtica bendición del mismo Dios (¡una buena lluvia!) que renovó nuestras fuerzas. Al llegar a la parroquia, el párroco, el padre Alexis y la hermana Marie nos esperaban para bendecirnos y enviarnos en misión a nuestros lugares de vida y al mundo.
Este tiempo de peregrinación fue un tiempo de compartir, de intercambio y oración entre los jóvenes de la parroquia. Todos vivían la alegría interior de poder hacer un camino de fe con Cristo y con los otros.