Filles de la croix

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La santidad y la dignidad de la vida humana
Nov 25, 2019

Michel MacDonaldHe tenido la ocasión de asistir a una jornada diocesana de estudio sobre el carácter sagrado de la vida con Michel MacDonald. Durante la conferencia me vinieron varias imágenes de mi experiencia personal con sufridores, de los fundadores y de nuestro mundo sufridor. He decidido compartiros algunas ideas y convicciones que tengo en relación con la santidad, la dignidad de la vida humana y el misterio del sufrimiento.

 “Expresando lo que está en el corazón de su misión redentora, Jesús dice: ‘He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia’ Jn. 10,10 En verdad Él quiere hablar de la vida ‘nueva’ y ‘eterna’ que es la comunión con el Padre, ala que todo ser humano está llamado por gracia en el Hijo, por la acción del Espíritu Santificador. Precisamente en esa ‘vida’ todos los aspectos y momentos de la vida adquieren su plena significación.” (No.1 – Carta Encíclica -Evangelium Vitae)

Desde la concepción de la vida hasta su paso a la vida nueva y eterna con el Padre estamos en profunda comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Pero ¿somos siempre conscientes de esta vida que Jesús nos da, de este Amor del Padre que nos habita continuamente y de la luz del Espíritu Santo que guía nuestros pasos? Como dice León Bloy: “La única verdadera tristeza el único fracaso, la única tragedia de la vida, es no llegar a ser santo”

Pensaba en Sta. Juana Isabel que decía: “Tomo en serio el compromiso de mi Bautismo.” Había comprendido que en su vida debía vivir como “sacerdote” invitando a todas las personas a entrar en la comunión con el Padre misericordioso; como “rey” que mira al mundo y al ser humano con dignidad y que se pone al servicio de la humanidad, comenzando por los más pobres y los más pequeños; como “profeta” en su testimonio de vida que es guiado por el Espíritu.

Michel nos decía “Necesitamos pensar con nuestro espíritu, nuestro corazón y nuestras manos para vivir nuestra fe, para vivir lo que creemos.” Todo nuestro ser debe irradiar la alegría de ser hijo de Dios, de ser testigo vivo en un mundo con tanta necesidad de luz y de paz.

En un segundo tiempo Michel nos habló de la muerte y del misterio del sufrimiento. “Necesitamos estar unidos a la Cruz de Jesús para que nuestra fe sea más fuerte…” Yo pensaba en Sta. Juana Isabel en la mesa de operaciones que rechazo la anestesia y dijo: “Que me dejen mi crucifijo, él me bastará.” (p.73 Una Santa en lo cotidiano de Madeline Guillebault)

Andrés-Huberto escribía a Sr Saint-François (123) “¡Valor!”  ¡Está en el camino estrecho que conduce al Cielo! Está clavada en la Cruz con su Divino Esposo. (…) Oh, Cómo tiene que tener valor para sufrir por y con aquel que murió y resucitó por Usted. Devuélvale de buena gana sufrimiento por sufrimiento, vida por vida. (…) No tema nada, Él le cuida. Que su último suspiro sea un suspiro de amor por N. S. Jesús y su cruz y experimentará que la muerte al servicio de Jesús vale más que la vida al servicio del mundo. Es vivir o morir con Jesús y por Jesús. (…) Déjese conducir por ese Divino Espíritu. Él le hará comprender esa máxima del Santo Evangelio: “Bienaventurados los que sufren”, porque sus sufrimientos se cambiarán en placer si son sumisos y pacientes.”  (p. 287 – Cartas y escritos (tomo 1) de S Andrés-Huberto Fournet)

Cuando vivimos unidas al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, no tenemos miedo a sufrir, ni a la muerte pues la muerte no puede ganar. Jesús ha vencido la muerte, ha resucitado y por su muerte nos ha mostrado que la muerte y el sufrimiento no pueden tocara un alma dada a Dios. Cristo ha ganado, nos promete la vida nueva y eterna si creemos en Él… nos muestra que la muerte es un simple paso de nuestra vida terrena a una vida nueva y eterna donde no se encuentra más que paz, alegría y amor.

El sufrimiento continúa siendo un misterio que es difícil vivir sin fe y también difícil si nuestra vida nos está arraigada en el amor misericordioso e incondicional de un Dios, que es el ¡Dios de vivos!

Después de esta presentación me he quedado con la invitación de ser un faro que hace brillara la luz de Dios en mi entorno. Soy Hija de la Cruz – Soy Hija de la Cruz de la resurrección. Que el Señor me ayude a hacer brillar mi fe arraigada en la Trinidad en un mundo que demasiado a menudo vive  en la oscuridad de la muerte.

MHM