Filles de la croix

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Una gran riqueza
Nov 24, 2020


Tres grupos se reunieron por Internet: uno en Roma, cerca de la Casa Provincial, otro en Traversetolo y un 3º en el Teatro Municipal de Chiavenna. También había otras personas conectadas desde sus hogares. Así, el 27 de septiembre tuvo lugar un gran encuentro de Familia Laicos y Hermanas Hijas de la Cruz. El encuentro fue animado desde Roma por Don Marco Vitale, sacerdote de la Diócesis de Roma que, tras una larga experiencia en las parroquias de Roma y en algunos servicios de carácter diocesano, se encarga actualmente de la formación permanente del clero, en particular, como formador y acompañante en cursos de integración psicoespiritual.

El tema del encuentro se centró en la dinámica de la transición de un instituto religioso a una familia carismática, naturalmente con referencia a las Hijas de la Cruz.

Don Marco recordó cómo cada instituto destaca un aspecto del carisma único e infinito que es el de la Iglesia. Pensar en transformar el instituto en una familia eclesial significa entonces trabajar para que el carisma se nutra de una nueva vida. Este camino puede permitirnos volver a las raíces del carisma liberándolo de las superestructuras que se han ido formando a lo largo de los siglos. En 2014, con la "Carta de vida para un camino de fraternidad entre laicos y hermanas", se establecieron las prioridades: Palabra de Dios, Oración, Eucaristía, Bautismo y María. Pero estas son solo las prioridades de todo cristiano, especialmente si "toma" su Bautismo en serio. Y luego está el cuidado de los pobres. Hoy hay gente pobre que no se ve, son los de al lado que solo se ven con los ojos del corazón. Y además está la pobreza espiritual.

Enseñar y curar: Enseñar significa enseñar cómo vivir el mensaje cristiano hoy, y curar también significa, y quizás lo más importante, cuidar las enfermedades espirituales. Y no es fácil. Y luego curar las complejas dolencias psicológicas de nuestro tiempo. Vivir y hacer vivir: para vivir es necesario vivir plenamente, como una madre que quiere dar a luz debe estar llena de vida. Si no tenemos vida, no podemos regalarla. El Evangelio es para todos. Para cualquier estado de la vida, pero en una familia es importante trabajar juntos.

 Cuando queremos construir una familia espiritual, debemos tener como ejemplo a la familia humana y, como dijo el Buen Padre, debemos mantener los pies en la tierra. Los religiosos deben tener los pies en la tierra para permitir que los laicos miren al cielo y así los consagrados puedan comprender mejor cuál es el medio concreto de la vida hoy. La familia se construye junta con roles claros, distintos, con límites precisos, si realmente queremos unir una familia en torno a un carisma. Hay que evitar los que Don Marco llamó embrollos y triangulaciones, en la práctica, favoritismos y relaciones poco claras y cualquier tipo de manipulación. Así se crece en “libertad real”, no solo proclamada. No se debe hacer para que una familia eclesial responda al declive de las vocaciones, ni hacer que tenga medio hermanas y medio laicos, dijo Don Marco. Se hace, por el contrario, para vivir plenamente el estado de vida que cada uno ha elegido. Hacemos una familia para estar juntos y, por lo tanto, es esencialmente una experiencia de relación. Las relaciones son dolorosas, pero si son genuinas, se vuelven fructíferas. El objetivo de la familia es, por tanto, actualizar el carisma, camino preferencial para alcanzar la madurez espiritual que consiste esencialmente en entregar la vida con humildad.

 Don Marco concluyó con 4 sugerencias para nuestra familia eclesial: 

  1. aspirar a que los más grandes carismas, como decía San Pablo, vuelen alto;
  2. gastar toda la energía en la formación de todos los componentes de la familia;
  3. desarrollar proyectos concretos una planificación concreta verificada y verificable
  4. evitar los bateadores libres, los corredores solitarios, sin mortificar la iniciativa personal valiente.

En verdad, mucha, mucha riqueza, entregada a la Familia Hijas e Hijos de la Cruz que luego resonó en el trabajo de los grupos y dio lugar a un intercambio de ideas y experiencias entre los diferentes grupos en un auténtico clima de escucha.