Filles de la croix

Fundadora de las Hijas de la Cruz (1773-1838) 

 

Infancia de Juana Isabel Bichier des Ages

Castillo de las ÂgesIsabel, nacida en el Castillo des Ages, fue bautizada el mismo día de su nacimiento en la iglesia de San Génitor du Blanc.

En el acta de bautismo aparecen dos testigos: la sirvienta y el cochero, que testifican su presencia firmando con una pequeña cruz.

Isabel es una niña muy fácil de educar; crece entre algodones, entre sus padres y sus tres hermanos.

Su madre, Madame Bichier, es la encargada de educarla en la fe cristiana. En el ejercicio de lo cotidiano, ella encuentra la ocasión de mostrar a sus hijos la presencia de Dios: rezar, compartir, ser hospitalarios…

Isabel se siente atraída por todo lo que toca la vida con Dios.

Cuando finaliza sus estudios en Poitiers, Isabel regresa con su familia al Castillo des Ages. La vida de un habitante del castillo no es una vida ociosa. Aprendiendo de su madre, adquiere los conocimientos necesarios para gestionar bien la casa.

Cada tarde, reza en la iglesia dónde fue bautizada y permanece allí durante largos momentos de adoración en la presencia de Jesús Sacramentado.

 

En 1789, estalla la Revolución Francesa

 La familia Bichier se rompe. Laurent, el hermano mayor, emigra. El señor Bichier cae enfermo y fallece el 17 de enero de 1792.

La Constitución civil del Clero, aprobada por la Asamblea, es causa de disensiones religiosas en todo el país.

Pronto la emigración de Laurent, que le convierte en enemigo de la revolución, recae sobre la familia y la señora Bichier y su hija deciden dejar el castillo y establecerse en Le Blanc.

Casa au Blanc vista de arribaUn día, el Comité revolucionario invita a Isabel a representar a la Diosa Razón. Isabel se niega y ello provoca el inicio de visitas de control domiciliarias y el acoso casi diario se multiplica. Durante una de esas visitas, el Comité descubre, en un rincón del granero,  equipamiento militar que fue utilizado por los hombres que comandaba el señor Bichier años atrás: La señora Bichier y su hija son encarceladas en Châteauroux.

 Uno de los hermanos de Isabel consigue, poco después, que su hermana y su madre sean liberadas.

 

Isabel y su madre se instalan en Béthines en 1796, en su propiedad de La Guimetière.

 Isabel vive una vida “normal” y en calma, pero su interior profundamente religioso sufre en esta situación. Hace meses, años, que Isabel no ha podido comulgar. Ella alberga en su corazón, más que nunca, el deseo de consagrarse a Dios.

Un día de 1797, un anciano sirviente de La Guimetière tiene algo que contar a sus señoras, algo que se comenta por ahí:

Un sacerdote, un auténtico sacerdote católico, el Padre Fournet, de vez en cuando celebra la misa a escondidas, para los cristianos de los alrededores.

Este cura pone en riesgo su vida. Se dice que vive escondido… que la policía le busca…

Viga en el granero de los MarsyllisLa siguiente misa va a celebrarse en la granja de Marsillys, a quince kilómetros de allí, una noche de la semana siguiente. Hay que ir a oscuras, evitar ser visto.

Isabel escucha. ¡Confesarse, comulgar, poder hablar con un sacerdote del que dicen que es un santo! Es la respuesta del Señor a sus oraciones de cada día.

Isabel, montada en su pequeño burrito y acompañada por su sirviente que la guía, atraviesa la meseta, de Béthines hasta Marsillys. Se cubre con el chal oscuro típico de las mujeres de la zona. Ambos se han puesto en camino a la caída de la noche. Después de tres horas de caminata, creen estar cerca de su objetivo.

Todo está muy oscuro…no hay un alma…avanzan…hasta el fondo, y vislumbran el portón de la granja. El hombre se desliza a través de la puerta. El interior está lleno de gente. Hay muchísimas personas, algunos adolescentes…el religioso, revestido con los ornamentos sacerdotales, está preparado para celebrar la Eucaristía sobre una mesa de cocina cubierta por un lienzo blanco.

Después de la Misa, el cura se instala en una especie de confesionario, en un recoveco del establo, y los que desean confesarse se van acercando. Las personas presentes se apartan para dejar pasar en primer lugar a Isabel. El sacerdote interviene:

“¿Cree usted, Señorita, que voy a dejar esperando a estas madres de familia y a estos pobres campesinos venidos de varios lugares buscando mi ministerio, para escucharla a usted?

“Padre, solo será necesario que acepte escucharme después de ellos, esperaré…”

Y la espera se hace larga…Isabel se confesará la última de todos, casi al alba. Seguramente le confía  su firme deseo de entregar su vida plenamente a Dios.

 

La Guimetière

 Cuando Isabel transmite a su madre la orientación de vida que el sacerdote le ha sugerido, la Señora Bichier accede encantada a abrir su casa para enseñar el catecismo. Poco a poco, Isabel reúne un pequeño mundo en La Guimetière.

Guimetière visto desde atrásEn 1801 se firma el Concordato. Vuelve la paz religiosa a Francia. Isabel dedica entonces todo su empeño para que se realice una misión en Béthines. Uno de los misioneros  es el Padre Fournet.

La noche del 20 de julio de 1804, la Señora Bichier fallece.

Isabel puede ahora  responder, a la propuesta del Padre Fournet  de formar un grupo de jóvenes mujeres y crear una comunidad religiosa.

Durante un año, Isabel acompañada de su sirviente Ana María, acude a Poitiers para “aprender” la vida religiosa. A su regreso a La Guimetière, dos amigas, Verónica y Magdalena se unen a ellas.

 

La comunidad en Maillé

 Isabel y sus compañeras inician desde ese momento una vida de comunidad en Maillé, bajo la dirección del Padre Andrés.

Busca una casa amplia para acomodar a esta comunidad de 5 hermanas y abrir un aula.

Encuentra  una antigua casa de campo llamada Molante.

Junto a Isabel, el Padre Andrés ha redactado un sencillo reglamento de vida y las hermanas, con su espíritu generoso se afanan en seguir estas reglas con todo su corazón.

En febrero de 1807, las cinco primeras hermanas pronuncian sus votos de pobreza, castidad y obediencia. Añaden la promesa de dedicarse al cuidado de los enfermos y a la enseñanza de los pobres.

Cada día, en el pequeño oratorio de Molante, las hermanas se turnan para hacer la adoración perpetua.

Oratorio del MolanteUna mañana, al regreso de la misa celebrada en la iglesia de Maillé, la Hermana Isabel cree oír unos gritos lastimosos que salen de entre la maleza. Siguiendo el ruido de las quejas, Isabel hace el camino entre espinos. Al pie de un roble, existe una gruta bastante amplia. Una anciana, devorada por las heridas y las alimañas solloza. Isabel corre a buscar ayuda: tiene que dar cobijo a esta persona, curarla, ayudarla.

En Molante, la mujer cancerosa (como lo llaman) es atendida día y noche. Morirá en los brazos de Isabel.

Para la comunidad de Molante, para todas las hermanas Hijas de la Cruz, la cueva de la mujer cancerosa es todavía un lugar de peregrinación.

 

 La Puye

 La casa de Molante está llena hasta reventar. Es como una colmena que desborda trabajo y oración. Las hermanas procuran vivir el amor a Dios y al prójimo. Isabel ve como los deseos del Padre Andrés se han realizado.

Dos muchachas jóvenes llegan para compartir la vida y la misión de las hermanas. Isabel reflexiona sobre el futuro de la comunidad de Molante y se informa en otras congregaciones sobre la conveniencia de integrarse en ellas. Recoge información que le será de utilidad para la organización de la comunidad. Es importante que las ideas y pensamientos iniciales del Padre Andrés queden recogidos y escritos. Se redacta, entonces, una regla de vida.

La Puye antiguo monasterio de los FontevristesPero la casa de Molante se ha quedado pequeña. Hay que pensar en trasladarse. Las hermanas deciden instalarse en el centro del pueblo de San Pierre de Maillé, después en La Puye, en los vestigios del edificio del priorato Fontevrista.

Isabel debe someterse a una intervención quirúrgica en París. La operación es larga. El cirujano está asombrado del valor de la paciente, admira su sencillez, su amabilidad, su enorme fe. Las altas damas de la capital comienzan a visitar a Isabel y solicitan una presencia religiosa de la Congregación en la región de París.

Las llamadas a la educación de los niños son constantes…para el cuidado de los enfermos y de los ancianos…Es la época de las fundaciones…La Hermana Isabel abre  muchas comunidades a lo largo y ancho de Francia.

“Glorificar a Dios y hacerle glorificar por los pequeños y los más pobres” es lo que motiva a la Hermana Isabel y a sus otras hermanas.

La Hermana Isabel, a pesar de su fuerte temperamento, está debilitada por la enfermedad y el sufrimiento.

El 26 de agosto de 1838, la Hermana Isabel deja este mundo y entra en la gloria de Cristo, su Señor.

Juana Isabel fue beatificada el 13 de mayo de 1934 por el Papa Pío XI y fue canonizada el 6 de julio de 1947 por el Papa Pío XII. Su fiesta se fijó para el 26 de agosto.