Las Hijas de la Cruz en China- 1934 / 1952
La partida de seis Hijas de la Cruz a China en 1934 es la respuesta de la Congregación a la llamada del Papa Pío XI a los religiosos para trabajar en “las misiones lejanas”.
Será un grupo internacional el que acudirá a esta llamada.
La marcha de las hermanas responde también al deseo de los Padres de Bétharram de ser secundados en su misión de Yunnan, donde se han establecido hace una docena de años.
Los Padres de Bétharram han acondicionado una casa en Tali que hará las veces de orfanato y de dispensario.
Las Hijas de la Cruz llegan a Tali el 23 de abril de 1934, tras una travesía de dos meses en barco, en tren, en sillas porteadoras. La comunidad cristiana las recibe con mucha cordialidad. Ellas están deseando comenzar a trabajar mientras aprenden el chino.
A partir de 1935, la llegada de las tropas comunistas les obliga a huir de Tali durante algún tiempo. Están acostumbradas en China a estos problemas que esporádicamente sacuden el país de un lugar u otro.
En los años posteriores, se suceden los ataques comunistas y a partir de 1939 estalla una guerra entre Japón y China.
Las Hijas de la Cruz, entre 1937 y 1938 han abierto una comunidad en Yun Tchang y en Pao-Sham.
Las hermanas se centran en las necesidades sanitarias de la región. La higiene y la salud están descuidadas. Los ancianos sufren hambre. Hay muchos leprosos y bebés abandonados.
En 1938, al final del año, un grito de socorro llega desde China “La persecución se mantiene desde hace quince meses, escribe un Padre, y ya se han destruido varias iglesias”.
El 3 de mayo de 1942, la aviación japonesa bombardea algunas poblaciones. El orfanato acaba destruido, la casa de los Padres incendiada. Las hermanas y los niños deben huir para intentar llegar a Tali que está a una semana a pie. Finalmente será el orfanato de Tali el que acoja a los huérfanos durante los tres años antes de finalizar la guerra.
En 1945 se firma la paz. Se podrán recibir nuevas ayudas de Europa para continuar con los proyectos y crear algunos nuevos.
Y cada vez, se escuchan más voces alarmantes sobre la influencia de los comunistas en la administración del país a nivel local.
Pero China es tan grande, y los misioneros han vencido tantos avatares, que la esperanza es más grande que todo lo demás.
A comienzos de 1950, las Hijas de la Cruz abren la misión de Hsia-Kouan.
En febrero de 1951, llegan de Europa informaciones y noticias sobre China. No se pueden abrir nuevas misiones. Sobre el terreno, las hermanas sufren de acoso, que irá acentuándose cada vez más.
En noviembre de 1951, los Padres de las Misiones Extranjeras aconsejan el regreso de los misioneros. Las hermanas son llamadas inmediatamente. Irán escalonándose para llegar a Hong-Kong y tomar los barcos que las traerán a Francia.
La última hermana italiana regresará a Roma a principios de 1952.