1904: seis Hijas de la Cruz van en misión al Canadá.
El 27 de septiembre de 1904, por la mediación de un sacerdote, el abad Beauregard, entran en contacto los superiores con Monseñor Langevin, arzobispo de San Bonifacio, en Winnipeg.
Durante aquellos años, Canadá recibía inmigrantes llegados de Europa. Estos se instalan en las regiones de Manitoba y Colombie-Britannique.
Allí hace falta evangelizar.
Las seis primeras Hijas de la Cruz son recibidas. Salen de Francia el 27 de septiembre de 1904 y llegan a Winnipeg el 16 de octubre siguiente.
Viajan para una misión que desconocen, a un país nuevo, con necesidades nuevas. Salen para llevar y vivir el carisma.
Las hermanas deberán trabajar con y como el resto de las personas para ganarse la vida, mientras esperan ocupar una misión que les será confiada posteriormente por la Iglesia. Se ganan la vida trabajando en casas, en fábricas. Las hermanas aprenden inglés para integrarse mejor entre los jóvenes inmigrantes. Más tarde ellas serán las que satisfacen las necesidades de educación de la juventud.
Otras hermanas llegarán de Europa hacia Canadá; su misión: responder a las necesidades educativas de los niños, de los jóvenes. Se van abriendo comunidades, las hermanas se unen a la pastoral de la Iglesia y siguen viviendo el carisma de la Congregación.