Madeline Guillebault
Sor Marie de Magdala
Hija de la Cruz
Madeline Guillebault, Sor Marie de Magdala, nuestra hermana, ¡Hermana de todos los que estamos aquí! ¡Una hermana, hija de la Cruz!
Una hermana de Santa Juana Isabel y de San André Huberto Nacida en la ribera del Gartampe, eres la mayor de tres hermanos. Creciste en la feliz sencillez del campo donde tu espíritu despierto estaba ya en búsqueda. Tu familia tenía siempre un lugar preferente en tu corazón.
Te relacionabas con ella con amor, cercana a cada uno según los acontecimientos que se vivían.
Tus buenos resultados en la escuela primaria de St. Savin te orientaron al Cours St Michel de La Puye para continuar allí tus estudios. Serías siempre una alumna brillante antes de convertirte en enseñante.
Ya entonces llevabas algunas obras a la escena como ‘Les femmes savantes’ de Molière. Llevarías otras al escenario con los acontecimientos de la historia de la congregación.
Apasionada por la historia antigua, sabías estimular el interés de las alumnas…
Os gustaba encontraros todos los años, hermanas y antiguas alumnas, para recordar aquellos hermosos tiempos.
Tú eres una mujer llamada por Dios en un momento crucial de la historia de la congregación.
Momento en el que la Iglesia necesitaba profetas para ahondar en sus fuentes de agua viva. El carisma del Evangelio, el carisma de nuestras congregaciones, y regarlas con su frescor nutritivo a la salida del Vaticano II.
¡Tú eres esa mujer del Soplo de Dios!
¡Tú eres esa mujer de la Fuente del carisma!
¡Tú eres esa mujer de la trasmisión irradiante y comunicativa!
Apasionada por la historia hecha de rostros y de tierra, de cristianos y de Iglesia, de lugares memoria y de familia religiosa, ella te conducirá a lo largo de tu vida. Bien encarnada en un terruño, un pueblo, una diócesis, investigarás para conocer a nuestros fundadores en su historia concreta, al servicio de Dios y de la gente pequeña.
Surcando las tierras del Poitou, tierra de tus orígenes, descubrías la tierra de tus orígenes, la verdad de la historia. Descubrirá todos esos lugares portadores de recuerdos, esos lugares-memoria de los comienzos de la congregación: La Guimetière, Béthines, la granja de los Petits Marsyllis, la Cruz de Busserais donde Andrés Huberto extendió sus brazos para entregarse a los guardias que le perseguían, Molante, la Gruta, la granja de Graillé tan querida por Juana Isabel, etc.
Y todos los caminos que has recorrido como una peregrinación sin fin hasta estos últimos días, como para trazar a las generaciones nacientes el itinerario de un camino que funda la esperanza y el
crecimiento. Los propietarios de esos lugares te han dado buena acogida y tú los asocias, con sus familias, a la oración de las hermanas.
¡Les debemos un gran agradecimiento! ¡Gracias a cada uno de vosotros!
Tienes conciencia del nacimiento de la Congregación a partir de sus fuentes, de sus orígenes…
Tú sientes una llamada fuerte a guiarla hasta sus orígenes.
A través de las presentaciones de la historia, has hecho que brotara de nuevo un hecho, un
acontecimiento. Tú das valor a los pequeños detalles y les dotas de un sentido admirable que nos
proyecta a nuestra vida concreta de hoy. Tú adaptas tus palabras a la realidad de las personas que te
escuchan. Con tu agradable originalidad haces vibrar a tu auditorio.
Asocias a tu investigación a colaboradores laicos apasionados por S. Andrés Huberto, por la historia de su experiencia de Dios, por su ministerio en la diócesis de Poitiers, por su encuentro con Sta. Juana
Isabel, fundadora.
Siendo Obispo durante este periodo, Monseñor Albert ROUET, cautivado por la figura de este sacerdote estimula a la congregación, y propone celebrar en Poitiers y no en La Puye, ese Coloquio sobre S. Andrés Huberto, que ya estaba en preparación. Fundador de las Hijas de la Cruz, es también Sacerdote de la diócesis de Poitiers. Esos laicos y esos sacerdotes han trabajado varios años para registrar todas las cartas de S. Andrés Huberto Y buscar la historia de las personas citadas. Han escrito un libro a partir de los documentos de la diócesis han dado varios cursos de formación a Laicos-Hermanas sobre la espiritualidad de los fundadores, creando así una amplia familia espiritual.
¡Tenemos en las manos un capital inaudito! ¡Tesoros para explotar todavía ampliamente!
Gracias a todos vosotros los que habéis abierto estas puertas a las hermanas y al Pueblo de Dios.
Como todo historiador, tú has escrito…, tú has hablado… entre las manos tenemos esos libros « Santa Juana Isabel, una santa en lo cotidiano », « San Andrés Huberto » todos esos documentos de la memoria, entregados a todos y a todas como fidelidad del agua de esta fuente que nunca se agota.
Tú acoges a los parroquianos, a los grupos de la diócesis, a los turistas de la región, a todas las comunidades educativas y a los equipos de los establecimientos sanitarios o sociales de la congregación, a los niños, a los jóvenes, a los amigos, a los grupos de Passeurs, a los Peregrinos… Presento aquí algunos testimonios:
« Retengo el aura de luz y de alegría que emanaba de su persona» « Yo guardo su energía comunicativa. » «Yo conservo su sonrisa, su presencia discreta y tan enriquecedora… su manera de irradiar el Evangelio… sin olvidad su porte deportivo » Y quien te describe tan bien: “Contadora, escritora, intérprete a veces, yendo hasta deslizarse a la iglesia en la piel de un mendigo, tenía como aliadas a las palabras. Eran su talento, su arte, no sólo porque las sabía manejar, sino porque las vivía desde el interior. Donaba las palabras con el mismo vigor y la misma fuerza fueran los que fueran los horizontes de quienes se cruzaban en su camino.
Apasionada por la historia de su congregación, de Andrés Huberto y de Juana Isabel, aficionada a los
pequeños detalles, los hacía cercanos, dándoles carne para nuestro tiempo nos hablaba de Dios,
junto al fuego, en un presbiterio (casa parroquial) donde se compartía el pan, o en la capilla de la
casa de retiro (residencia de ancianos) regocijándose de nuestro feliz bazar. Magdala cuento con tu
talentos de oratoria para dirigir 2 ó 3 palabras a tus fundadores: ellos pueden hablar de Diosa nuestro
mundo, las Hijas de la Cruz pueden hablar a nuestro mundo”. Y podríamos continuar expresando testimonios…. ¡Marie de Magdala, profeta de ayer, Profeta de hoy!
¡Gracias! Ya no estás con nosotros, pero se puede afirmar verdaderamente, tan claro como aparece en este mensaje profético que nos has trasmitido: Tu resurrección es esa vida que circula en nosotros y que a otros gusta trasmitirnos…
Esta hermosa trasmisión se realiza hoy a través de estas jóvenes generaciones de hermanas y de laicos que comunican este mensaje e invitan a descubrirlo. Entramos en la última semana antes de la celebración de la Pascua de Cristo. Tú ya has franqueado esta etapa y te adivinamos en la plenitud de la alegría. Que nuestro agradecimiento entre en tu alabanza sin fin.