« En tu vida debes hacer algo hermoso para los demás ». Estas palabras acompañaron a Sor Maria Laura, hija de la cruz, desde su adolescencia, durante toda su vida al servicio de los demás. Son palabras que acompañaron y fundamentaron (colorearon) la experiencia que hemos vivido en el mes de junio y comienzos de julio, acompañando a los grupos de Grest que decidieron venir a Chiavenna para conocer la “hermosa Historia” de una persona que, a los ojos de muchos, puede ser considerada santa. El paquete “Paseo por Valchiavenna”, propuesto a los oratorios de Lombardía, atrajo numerosos grupos, unos 20 más o menos, que venían no sólo de la diócesis de cómo, sino también de las limítrofes, un total de más de 1.000 niños/as, adolescente y acompañantes.
Una propuesta ganadora en una ocasión especial, que nos ha permitido, en primer lugar, acercarnos a la persona de Sor Maria Laura, para conocer sus aspectos más sencillos y ocultos que, a menudo, tienen el riesgo de permanecer en segundo plano respecto al hecho de su martirio; en un segundo tiempo, nos ha permitido de ser testigos de ello, poniendo en práctica lo que ella deseaba para cada joven, es decir, que todo joven realice algo bello en su vida y lo realice para los otros.
Las jornadas se han organizado con un primer tiempo de introducción en el “cine- teatro Vittoria”; luego los grupos se dividían en tres pequeños grupos de acurdo con las franjas de edad, para visitar los lugares más significativos: la habitación de Sor Maria Laura, la iglesia de San Lorenzo y el lugar del martirio.
Junto a la habitación, situada en la antigua casa de las Hijas de la Cruz, hoy sede de la “Comunidad Montana”, las hermanas nos han acompañado para conocer la vida de Sor Maria Laura, en particular, el amor que tenía a sus privilegiados, los pequeños, los jóvenes y los pobres, a quienes se daba de forma humilde y silenciosa, con la certeza de que en los otros podía encontrar a su Jesús.
En la iglesia de San Lorenzo, además de visitar su tumba y de conocer el sentido de su presencia en ese lugar, recordando el proceso que, como lo esperamos, nos la haga “santa entre los santos”, los grupos se han acercado a los orígenes de su historia espiritual y como se fue preparando para llegar a ser una Hija de la Cruz.
Al final, en la calle Poiatengo, los grupos han podido conocer la historia de sus últimos minutos, de su martirio, ocurrido entre el asesinato y la luz que brotó de su perdón. Una historia que a los ojos de cualquier persona puede aparecer mala, triste, absurda, pero que a los ojos de un cristiano aparece como una hermosa historia porque está impregnada de amor, de ese amor que resiste al mal, que resiste a la muerte… el amor que perdona en el momento más trágico, así como los hizo Jesús en la cruz.
Para añadir también a esta propuesta la belleza de la naturaleza, los grupos han podido recrear sus ojos con las maravillas de nuestro valle, de manera especial marchando hasta las cascadas de l’Acquafraggia, con una pausa en el “agroturismo” de Aquafracta, para un tiempo de granja-escuela.
El hecho de acompañar a estos grupos h sido para nosotras un regalo, pues nos ha permitido profundizar en la historia de esta pequeña gran mujer y de contarla a quienes han optado por venir a Chiavenna desde lejos.
El hecho de saber que su historia no queda encerrada en las montañas de nuestro valle nos cola de alegría, pues semejante tesoro no puede ser guardado celosamente, al contrario tienen que ser compartido generosamente, de manera que la vida de quien la escucha pueda ser transformada por el amor que irradia.
Cada día nos llevábamos a casa los ojos admirado de niños y chavales que en silencio nos han prestado atención y escucha mientras les contábamos los detalles de esta historia. Una historia que suscita muchas preguntas y el deseo de querer profundizar, comprender, conocer, Una historia que deja rastros de amor en el corazón de quien la escucha y que invita a amar plenamente en la vida de todos los días, haciendo así concreto el amor que Sor Maria Laura ha querido enseñarnos dando su vida.
Y, por supuesto es bien cierto que el grano que muere puede dar mucho fruto.
Por el grupo de los organizadores Cinzia Zarucchi